“Me dijeron que en el Reino del Revés nada el pájaro y vuela el pez; que los gatos no hacen miau y dicen yes porque estudian mucho inglés. Vamos a ver cómo es el Reino del Revés”, Así empieza la canción “El reino del Revés” (1964) de María Elena Walsh, una obra genial que perfectamente se aplica a lo que sucede en la matriz energética argentina.
Según cálculos realizados por la consultora Montamat & Asociados, el precio en surtidor –sin considerar impuestos– de la nafta es de casi 167 $/litro, mientras que la paridad de importación se ubica en más de 222 $/litro.
Ahora bien, el costo del bioetanol elaborado en la Argentina con insumos 100% nacionales, ya sea a través del maíz o la caña de azúcar, es de 155 $/litro.
A pesar de esa relación de precios, Argentina, un país con un Banco Central (BCRA) virtualmente “seco” de divisas, sigue importando alegremente nafta, algo que no tiene lógica alguna no sólo por la escasez de dólares, sino porque carece complemente de sentido importar nafta cara para tener que venderla barata en el mercado interno, dado que el valor del combustible está regulado por el gobierno nacional.
“El año pasado Argentina importó nafta por 993 millones de dólares, mientras que en los primeros cinco meses de este año esa cifra es de 301 millones de dólares”, indicó Patrick Adam, director ejecutivo de la Cámara de Bioetanol de Maíz.
“Con una política energética que priorice el uso interno de bioetanol, esas divisas se podrían haber usado para otros propósitos más urgentes, además de reducir el costo interno de elaboración del combustible”, añadió.
La normativa vigente establece un corte obligatorio para el bioetanol maicero del 6%, pero con posibilidad de ser reducido al 3% si el gobierno así lo dispone. En tanto, el sector azucarero tiene asegurado un corte mínimo del 6% de bioetanol cañero con nafta.
El gobierno tiene en carpeta una resolución para incrementar el corte mínimo de bioetanol con nafta en un 15%, algo que, si bien fue prometido en varios oportunidades, hasta el momento no se concretó.
“El precio muy competitivo que tiene bioetanol genera una captura de renta por parte de los refinadores de combustibles, porque no han bajado los precios en surtidor de la nafta”, explicó Claudio Molina, director de la Asociación Argentina de Biocombustibles.
“Por otra parte, es necesario considerar que el bioetanol está desgravado del impuesto a los Combustibles Líquidos y del impuesto al Dióxido de Carbono, lo que implica que ahí se produce un ahorro adicional superior a 27 $/litro”, explicó.
Vale recordar que el bioetanol tiene alrededor de 110 octanos, mientras que la nafta de mayor calidad no supera los 98 octanos, lo que significa que un motor de combustión interna que usa bioetanol es más eficiente. El grado de octanaje determina la capacidad de un combustible para que no detone prematuramente.
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