En un libro autobiográfico de reciente edición, el ex dueño del frigorífico Swift y el presidente del Consorcio ABC, Carlos Oliva Funes, relató las alternativas de una reunión con el otrora poderoso secretario de Comercio del kichnerismo, Guillermo Moreno. El tema era siempre el precio de la carne y la libertad de exportaciones, ya que ese gobierno las había comenzado a cerrar autoritariamente en marzo de 2006. Oliva Funes ya había vendido en 2005 su frigorífico, el más grande y moderno de la Argentina, a los brasileños del grupo JBS, pero seguía ejerciendo de gerente.
-Bueno, dame el teléfono de los brasileños, los de JBS- le ordenó Moreno al empresario en su despacho, según este cuenta en el libro “Un disparo en la oscuridad; Pecados de la carne en Argentina”, que acaba de publicar editorial Galerna. Oliva Funes, su autor, cuenta allí la trama que lo hizo más famoso, el conocido Swift Gate de los años 90. Pero en Bichos de Campo hemos elegido un tramo más actual de la lectura: el famoso mito en torno al revolver que el ex secretario Moreno exhibía ante los empresarios. ¿Sería real esa anécdota o solo una versión de esas que se repiten y van creciendo?
Aquí algunos textuales del libro:
“-¿Para qué querés el teléfono de los brasile{os?
-Porque quiero que te echen.
¿Por qué querría tal cosa? Porque, una vez más, no nos poníamos de acuerdo específicamente con lo que yo decía que había que hacer con la industria.
-Pero escuchame, Guillermo, ¡Hablales! Yo a los brasileños los estoy ayudando por algún tiempo, pero si querés eso, te doy ya el teléfono. Llamá a Brasil y deciles que me echen.
-No, pero para vos tengo algo, pero…
No terminó de hablar, se levantó y regresó una vez más con el revolver, que puso arriba de la mesa.
-¿Qué? ¿Me vas a matar? ¿Me querés matar? ¡Vos estás loco!- no me demoré en decir.
-No, no, no. Esto es para que sepas cómo es que yo actúo.
-Yo con un arma sobre la mesa, ¿savés qué hago? Me levanto y me voy de acá. No vuelvo más a hablar con vos.
-No, no. Dejame que yo tenga esta arma acá porque esto es para que sepas cómo actúo.
Con el arma sobre la mesa, como la primera vez de nuestro encuentro oficial, pretendía que continuáramos discutiendo, Quería impresionarme, convencerme, a través de un arma, de lo que me estaba diciendo.
Así transcurrió mi relación con este funcionario. Estaba obsesionado conmigo.
Maduraba mi idea de irme del país. Ya habían nacido mis últimos hijos. Y tenía otros planes para mi vida con mi esposa.
No quería, además, seguir en un país donde me trataban mal”.
Oliva Funes al final terminó radicándose en República Dominicana, y aunque todavía conserva algunos intereses en el mundo de la carne vacuna -en el que había comenzado en los años 70 ayudando a su cuñado Rodolfo Costantini en el frigorífico Rioplatense, dejó su lugar protagónico en el sector. En este libro de memorias, confirma que el revolver de Moreno no era un mito sino algo cierto. Peligroso, obsceno y cierto.
En el libro, Oliva Funes narra hechos, impresiones y memorias de cinco décadas de políticas públicas y gobernantes que fueron decisivos para el presente y el futuro del sector cárnico y la economía de Argentina. Ambas en clara decadencia.
“Apelando a sus vivencias y conociendo de primera mano el entramado de la industria cárnica, en el libro hace un recorrido por todos los gobiernos de Argentina desde 1977, y con ellos se explaya en escenarios destacados como fue el Swift Gate, el primer caso público de corrupción del gobierno de Carlos Menem”, dice la gacetilla de presentación.
De todos modos, el empresario también relata pormenores de su vida personal, y cuenta hasta cómo la madre de su primera hija, una mujer estadounidense con la que se casó en Córdoba, fue perseguida y matada por la represión ilegal que ejerció la dictadura de 1976.
En el libro relata su ascenso dentro de la industria de la carne, que comenzó en la década de 1970 cuando fue convocado para integrar el grupo industrial, agrícola y ganadero que, en 1977, ganó la licitación de la entonces Swift-Armour, una de las principales empresas frigoríficas del país.
Hacia principios de la década de 1980, cuando Campbell Soup les compra Swift, Oliva Funes es designado para manejar los destinos de la ahora filial de la multinacional estadounidense, dotándola de tecnología y de nuevos mercados. Menos de veinte años después, fue el protagonista del primer “management buyout” de la Argentina, al comprar Swift, ya consolidada como una empresa de vanguardia en la exportación de carnes y productos termoprocesados a todo el planeta, que temrinó luego vendiendo a los nuevos grupos globales de Brasil.
En 2002 se convirtió en el fundador del Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas. Incluso al vender Swift a la brasileña JBS en 2005, aceptó quedar al frente de las decisiones directivas, hasta que, poco después, por diferencias con las políticas gubernamentales del momento, más otras vinculadas a la propia empresa, se alejó del negocio, pero sólo por unos años. Actualmente, participa junto a Rodolfo Costantini en la dirección del Frigorífico Rioplatense, uno de los más importantes de la Argentina.
Hay otras anécdotas jugosas de aquellos días de cierre de las exportaciones, como reuniones directas cara a cara con Néstor Kirchner, quien aceptó incluso aflojar un poco el cepo exportador. Eran aquellos días en que una vaca no valía ni un par de zapatillas, y que los productores acusaban a Swift de hacer grandes negociados comprando barato la vaca conserva.
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