Casi dos décadas atrás los integrantes del CREA Melo Serrano (Córdoba) comenzaron a hacerse preguntas sobre la sostenibilidad de los sistemas agrícolas y se transformaron en pioneros en la búsqueda de alternativas que, si bien en su momento fueron innovadoras, actualmente están muy extendidas.
El entonces asesor del grupo, Lucas Andreoni, no sólo acompañó a los empresarios CREA en esa búsqueda, sino que además empezó a partir de 2009 a compartir el camino recorrido en redes sociales, lo contribuyó a potenciar interacciones que enriquecieron el proceso de generación de conocimiento.
“Ya son muchos los establecimientos productivos de varias regiones que están intensificados en un 100%”, señala Lucas, quien se desempeña actualmente como consultor privado.
“Cuando dejamos de mirar solamente la producción y la protección de cultivos para visualizar de manera sistémica el paisaje en su conjunto, entonces podemos pasar del discurso al hecho y crear empresas que sean sostenibles en el eje social, ambiental y económico”, añade en un artículo publicado en Contenidos CREA.
Inicialmente los procesos de intensificación comenzaron a implementarse con el propósito de controlar malezas problemáticas que, a fuerza de aplicaciones, se habían tornado tolerantes a uno o varios principios activos.
“El tema de malezas en los lotes dejó de ser un problema. No es que hayan desaparecido, por supuesto, sino que ya no son problemáticas porque al diseñar una mejor estructura del suelo, con buenas coberturas, el stock de malezas es totalmente manejable con las herramientas que tenemos. Y eso se evidenció especialmente en las campañas caracterizadas por restricciones hídricas”, señala Andreoni.
La agricultura regenerativa además permitió lograr reducciones sustanciales del EIQ (Coeficiente de Impacto Ambiental, por sus siglas en inglés, desarrollado por el Programa de Manejo Integrado de Plagas de la Universidad de Cornell, EE.UU), no tanto por el volumen de herbicidas empleado, sino por el menor impacto ambiental de los productos utilizados y la manera en que se aplican.
Sin embargo, con sistemas regenerativos que ya llevan más de una década de implementados, el impacto más grande registrado es un ahorro muy grande en fertilizantes sintéticos, con reducciones que van del 40% al 60% en fertilizantes nitrogenados para maíz tardío (apuntando siempre al máximo potencial para cada ambiente”.
“Eso está relacionado con el incremento de la proporción de materia orgánica joven en el suelo. Estimo que, a medida que sigamos estabilizando los sistemas, cada vez vamos a tener más reducción de fertilizantes sintéticos, porque los sistemas intensificados también registran una aumento considerable del fósforo disponible: en algunos casos pasamos de 16-18 partes por millón de fósforo a 25-30 partes con sectores de 40; se trata de niveles similares a los existentes cuando sólo había ganadería en la región”, remarca el consultor.
Andreoni resalta que al aumentar la microbiología y mejorar la estructura del suelo, se promueve un mayor y mejor aprovechamiento de los nutrientes y el agua por parte de las plantas. “Estas cuestiones hacen que puedan comenzar a recuperarse con creces las inversiones en intensificación realizadas durante los primeros años, y no sólo midiendo el asunto con el ahorro de insumos, sino además porque los sistemas productivos se tornan más predecibles al regular con mayor eficiencia los embates climáticos”, sostiene.
Por supuesto, la intensificación soluciona muchos inconvenientes pero genera nuevos problemas, ya que, en definitiva, los sistemas trabajan con componentes de la naturaleza que realizan múltiples interacciones entre sí.
“Estamos empezando a tener otros desafíos, como puede ser, por ejemplo, el bicho bolita, con lotes que empiezan a tener manchones de esa plaga con mayor frecuencia. Afortunadamente el avance tecnológico contribuye a que podamos hacer frente a esos nuevos desafíos con mayor eficiencia, como es el caso del uso de drones para realizar mapeos de poblaciones de bicho bolita y aplicaciones selectivas muy localizadas y efectivas. Es importante comprender que la sostenibilidad es fundamentalmente un proceso y, como tal, es dinámico y cambiante. Por eso hablamos hoy de agricultura regenerativa e inteligente”, explica.
En la consultora dirigida por Andreoni están comenzando a desarrollar módulos de inteligencia artificial para poder expandir la instrumentación de esquemas regenerativos.
“Cuando hablamos de cuáles son los aspectos clave por los cuales a muchos productores les cuesta implementar sistemas intensificados, uno de los principales es la falta de asesoramiento agronómico para poder tomar decisiones efectivas, como es el caso de cuándo suprimir cultivos de servicio para no comprometer las reservas hídricas del cultivo posterior”, comenta.
“La agricultura de insumos fue muy efectiva porque es escalable y tenemos que lograr lo mismo para los sistemas intensificados, para lo cual podemos emplear sistemas de inteligencia artificial alimentados con datos edáficos y climáticos. Si no podemos contar con un profesional capacitado en la materia en cada empresa, podemos usar la tecnología para contribuir a cubrir ese bache. Por tal motivo, estamos entrenando algoritmos para generar información útil para la toma de decisiones, como el hecho –por ejemplo– de cuándo conviene suprimir un cultivo de servicio”, anticipa.
Andreoni remarca que “para algunos aún lo sostenible se asocia a una menor productividad y rentabilidad, pero los sistemas intensificados estabilizados son rentables y lo podemos demostrar con números concretos, además de todos los beneficios asociados en términos ambientales y sociales”.
“Por otra parte, las empresas intensificadas son más creativas y, por lo tanto, más atractivas para atraer talento. Existe muchísima información y conocimiento científico validado sobre el tema que, por supuesto, debe adaptarse a las condiciones ambientales de cada región”, resume.
La entrada La agricultura regenerativa dejó de ser una promesa para comenzar a generar ahorros sustanciales en fertilizantes y ahora buscan escalarla con inteligencia artificial se publicó primero en Bichos de Campo.