Las perspectivas para el cultivo de trigo en buena parte del centro y norte argentino no son las mejores a causa de un déficit hídrico que sigue sin perspectivas de ser revertido en las próximas semanas.
En el centro y norte del área agrícola argentina, donde la mayor parte del trigo transita entre macollaje y espigazón, el cultivo soportó en las últimas jornadas un “shock” de altas temperaturas que agravó su estado general.
Los pronósticos elaborados por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) no esperan precipitaciones en ambas macro-regiones al menos hasta comienzos del próximo mes de septiembre.
En lo que respecta a estimaciones de largo plazo, International Research Institute for Climate and Society (IRI), organismo dependiente de Columbia Climate School, prevé para el trimestre comprendido entre septiembre y noviembre próximo lluvias inferiores a las normales en el NOA.
El pronóstico de largo plazo estima que la aparición de lluvias superiores a la normales en la zona central argentina recién podría esperarse entre fines de 2023 y comienzos de 2024.
En las actuales condiciones es muy probable que el potencial de rendimiento de trigo en las zonas afectadas ya se encuentre comprometido y que parte del área sembrada con el cereal sea empleada finalmente con el propósito de “cultivo de cobertura”.
Al provenir de una campaña extremadamente seca, este año la contribución del “efecto napa” en los rendimientos del cereal no será significativo en la mayor parte de las situaciones.
Las regiones más comprometidas son el NOA, la mayor parte de Córdoba, el extremo norte de Santa Fe, La Pampa y el oeste de Buenos Aires, que en conjunto suman alrededor del 25% del área nacional de trigo.
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