No deja de asombrarme la creatividad que tienen los funcionarios del gobierno argentino para crear engendros distorsionadores de mercados que se van superando tanto de manera sucesiva como acumulativa.
Luego de que el fin de semana el ministro Sergio Massa anunciara que las industrias aceiteras podrán disponer del 25% de las divisas generadas por las exportaciones de harina y aceite de soja, hora nos enteramos –según explicó el secretario de Agricultura Juan José Bahillo– que ese monto solamente podrá destinarse para comprar soja en el exterior.
Ya existen regímenes de libre disponibilidad de divisas para el sector hidrocarburífero y minero, pero en ambos casos no se establece ninguna restricción, lo que implica que la proporción de libre disponibilidad –como su nombre lo indica– puede ser empleada como mejor le parezca a la empresa beneficiaria.
No sería –según indicó Bahillo– la situación del régimen por implementarse en el caso de la industria aceitera, el cual, si finalmente se instrumenta como asegura el funcionario, tendrá que contener expresamente una cláusula de prohibición de uso del monto de libre disponibilidad para operar en el mercado externo de divisas (“contado con liquidación”) y eventualmente también una especificación que determine que el mismo tiene que emplearse para adquirir soja importada que deberá ser ingresada en el marco del régimen de admisión temporaria. El colmo del intervencionismo.
Con esa medida, quedaría desactivado el empleo del recurso de la libre disponibilidad de divisas para promover una ventaja cambiaria que permita mejorar el precio interno de la oleaginosa ofrecido a los productores argentinos. Réquiem para el “dólar soja 4”.
Sin embargo, la medida –tal como se anunció– sí promoverá un beneficio para la industria aceitera, dado que tendrá una mayor disponibilidad de divisas para facilitar importaciones de soja, las cuales, obviamente, contribuyen a “enfriar” los precios del poroto en el mercado argentino.
La industria aceitera argentina, tanto con capital genuino o bien con créditos de prefinanciación de exportaciones, ya venía empleando recursos propios para gestionar importaciones de soja desde países limítrofes. Ahora tendrán un “refuerzo” generado por la propia operación comercial.
Es decir: ese 25% que quedará libre de la “retención cambiaria” podrá usarse en su totalidad para adquirir soja importada, mientras que el 75% restante, que deberá seguir sujeto a la “retención cambiaria”, seguirá siendo empleado para adquirir soja a los productores argentinos.
Mientras que el derecho de exportación de los productos del complejo sojero es del 33,0%, la “retención cambiaria”, considerando el valor actual del dólar “contado con liquidación”, supera el 55%, así que estamos hablado de una extracción alevosa y muy superior a la generada por la “retención” impositiva.
En los hechos, la medida, tal como se anunció, implica un subsidio indirecto a la importación de soja, que, por una cuestión estacional, no solamente vendrá de naciones vecinas, sino de EE.UU. para intentar aprovechar el diferencial del precio del aceite de soja presente en esa nación. Difícil encontrar un disparate semejante en cualquier otra nación de base agroindustrial.
Esta jugada de última hora –no podemos dejar de mencionar– resulta extremadamente riesgosa, porque es muy probable que incremente la retención de mercadería por parte de los productores argentinos, los cuales aún tienen en sus manos al menos 10 millones de toneladas de poroto por comercializar.
También es factible anticipar que el gobierno incrementará las restricciones bancarias para intentar evitar que los productores recurran al mercado financiero para abastecerse de pesos e intentar forzarlos así a vender granos para obtener liquidez. Tal escenario, obviamente, perjudicará especialmente a los más pequeños y los menos preparados.
La entrada Subsidio indirecto a la importación de soja: Argentina acaba de desbloquear un nuevo nivel de delirio económico se publicó primero en Bichos de Campo.