“Mientras los lectores me respalden, yo sigo”, dice Mario Arbolave, el fundador de la histórica revista Márgenes, que ya va por su 40° aniversario con un espíritu y estilo intactos

Cuando envió sus primeros números a una docena de clientes, Márgenes Agropecuarios no existía y Mario ni siquiera tenía en mente hacer una revista. Como consultor agroeconómico, su trabajo era asesorar a productores sobre costos, planteos productivos e inversiones cuando tener una computadora personal era extraño. Lejos estaba de pensar en una publicación de amplia circulación.

Esa era la situación en julio de 1985, cuando imprimió algunos resúmenes informativos, plagados de gráficos y números, y se los envió a los clientes a modo de prueba. Ese licenciado en administración de empresas no tenía idea que así iba a nacer la revista que marcaría su trabajo el resto de su vida.

Tapa Junio 2025 – márgenes agropecuarios

 

“40 años junto al campo”, reza la última tapa publicada por Márgenes Agropecuarios. Si algo puede atribuírsele a esta histórica revista agropecuaria es que encontró la forma de llegar a sus lectores y fue fiel a eso en cada número, mes a mes y año a año.

“El idioma de Márgenes son los números. Nosotros nos comunicamos a través de ellos y nuestros lectores así nos entienden”, describió su director, que a los 73 años aún ve muy lejos el retiro y todavía disfruta de compaginar y armar cada número como si fuese el primero.

Parte del éxito también se debe a eso, a haber brindado información precisa, con análisis y valor agregado para que fuera una brújula en distintos escenarios económicos, políticos y productivos. Era un trabajo que Mario ya hacía para una veintena de clientes, pero que tuvo que darle cientificidad y generalizarlo para que fuera útil para miles.

A los primeros clientes les mandó en fotocopias cuadros con los costos y márgenes brutos de los principales cultivos y actividades ganaderas. “Estaban chochos, porque la gente no tenía una información mensual de cómo evolucionaban sus costos”, explicó Arbolave.

El éxito fue rotundo y rápido: En 6 meses, había llegado a los 1000 suscriptores, Fue entonces cuando tuvo que abandonar el uso de las fotocopias y compaginar a esos folletos en una revista propiamente dicha. Lo curioso es que el taller de impresión de Wilde que sacó su primer número a la calle es el mismo que lo hizo por los siguientes 40 años.

Tampoco cambió su tradicional avatar, aquel que siempre figura en la página n°18 de la revista, donde Mario vuelca sus notas. no es una foto, sino un dibujo a pluma, de la época en la que aún usaba corbata y tenía menos canas que hoy. Son detalles, porque la esencia está intacta y es clara: Lo suyo son los números, gráficos y datos duros, no las fotos ni lo ornamental.

 

Durante muchos años, Márgenes Agropecuarios sólo circuló por los escritorios y los campos en su formato tradicional, el papel. Pero, hace poco más de una década, se encontraron con la necesidad de lanzar su versión digital y adaptarse de una vez por todas a un mercado editorial e informativo que se instalaba en las computadoras y los smartphones.

“Nos llevó un año y medio tener bien ajustada toda la tecnología y ofrecerlo comercialmente”, recordó Mario. El desafío no era sólo adaptar la información a la pantalla, sino, sobre todo, evitar que ese material fuera leído sin pagar. El sistema utilizado fue el del “token”, que para 2015 era aún desconocido pero luego fue popularizado por las apps bancarias.

Aunque Márgenes Agropecuarios aún se imprime y sale a la calle cada mes, el grueso de su audiencia ya ha migrado. “No paramos de crecer en lo digital. Al día de hoy, de cada 10 suscripciones nuevas, 9 son online”, afirmó el director.

De esos primeros cuadros con planteos por cultivo y análisis de cría e invernada, la revista se fue especializando y ampliando número a número. Así se incorporó el precio de la tierra, los costos de siembra, cosecha y confección de fardos, pero también información sobre silos de maíz, el embolsado de granos, los números del feedlot casero y notas sobre el engorde a corral.

La clave fue tener siempre calibrada la brújula de lo que los productores estaban ávidos de saber y cubrir esa demanda con información práctica, confiable, útil y sencilla de entender.

Pero también distinta y con valor agregado, sobre todo cuando tener una computadora personal o un celular con acceso a internet se volvió masivo. De nada sirve publicar una vez por mes el precio de los granos, a los que se accede con un click de forma instantánea, o un gráfico con el ritmo de las exportaciones sin ninguna valoración o análisis ulterior.



En ese sentido, aún en este presente sobremediatizado y saturado de información, Mario sostiene que su fórmula para Márgenes no ha cambiado, y que el objetivo detrás de cada número es el mismo que en julio del 85, que es ser útiles para el productor.

“Son los lectores los que nos han puesto en este lugar. Si algo sobrevive durante 40 años es porque a los lectores les sirve”, destacó.

Para ello también fue clave la incorporación de un equipo de trabajo diverso. Gracias a su red de colaboradores, especializados en diferentes temáticas, pueden cubrir el amplio abanico de temáticas que hoy nuclean al agro. De ese modo, han podido asistir y atender a los cambios más importantes durante las últimas décadas, como la aparición de los feedlots, la explosión de la agricultura en tierras arrendadas o el crecimiento de las empresas familiares.

“Hemos hecho muchísimas innovaciones en materia de análisis, pero todo eso tiene el trasfondo de mis orígenes como consultor de empresas agropecuarias. Ese espíritu está”, describió Mario, que, así como lo hacía cuando sólo trabajaba como profesional independiente, hoy insiste en ser explicativo con los lectores y que Márgenes sirva para tomar decisiones de negocio.

Al día de hoy, su trabajo está abocado a la organización de los contenidos para la edición de cada mes y, si le preguntan, no piensa siquiera en dar un paso al costado de la revista que fundó. “Mientras los lectores me respalden, yo sigo”, asegura.

Incluso, admite que le es difícil delegar funciones de una publicación que fue diseñada a su imagen y semejanza, y, a pesar de que intenta evitar que sea “Mario-dependiente”, insiste en quedarse porque lo disfruta como si fuera el primer día.

Sólo que tal vez haya una diferencia primordial con sus comienzos, allá por el año 85: En vez de entregarle un folleto a unos pocos conocidos, tiene la responsabilidad de informar a miles de suscriptores, mes a mes, y cada año, como lo ha hecho las últimas 4 décadas.

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