Leopoldo Bravo gerencia junto a su padre, Juan, y su hermano Patricio, la empresa familiar que es la mayor productora argentina de pistachos, una fruta seca que -él mismo explica- se puede vender a buen precio porque es muy demandada y su producción mundial no alcanza.
Ellos están ubicados en el departamento Veinticinco de Mayo, al sureste de la provincia de San Juan, una zona que se caracteriza por poseer la mayor superficie cultivada de la provincia, en su mayoría, con vides y olivos. Cultivan la noble planta, que puede vivir cien años, dice. “Pero es un cultivo caro –detalla Juan- porque puede tardar hasta 10 años en dar frutos en plenitud, siempre y cuando no te toquen tres años de sequía”, aclara.
Los Bravo elaboran productos en base a pistachos que comercializan en el mercado interno y exportan bajo la marca Frutos del Sol. Además venden semillas y plantas a viveros locales y exportan semillas, como también brindan asesoramiento y procesan pistachos de otros productores. Elaboran harina de pistacho y una confitura con el nombre de Croccantini al pistacho.
Cuenta Leopoldo que su padre viajó en 1989 a California, Estados Unidos, donde se halla la mayor producción de pistachos del mundo, con 290.000 hectáreas cultivadas. De allí trajo las semillas y hoy poseen 800 hectáreas plantadas con pistacho, siendo la de mayor extensión del país. Las poseen distribuidas en 7 campos, todos dentro del Departamento Veinticinco de Mayo, y la planta industrial está ubicada en uno de ellos, sobre la Ruta 20.
“En nuestro país, este cultivo está en pleno desarrollo, porque recién se está haciendo conocido y por eso es una producción de ‘nicho’, que respecto de otras zonas del mundo es insignificante”, señala el joven productor, sin ocultar su enojo con respecto al Estado: “Si las políticas de nuestro país fueran normales, este cultivo hubiese crecido muchísimo, porque el mundo lo demanda cada vez más”.
Y agrega: “En la Argentina hay unas 4500 hectáreas cultivadas, y el 80% está en San Juan. En Mendoza y en La Rioja está creciendo el interés por este cultivo. El 90% de toda la producción nacional se exporta”.
Irán es el segundo productor mundial y de esa región es oriundo el pistacho, junto a Afganistán, Turquía y Siria. Dice Leopoldo que en esa región es común que las familias tengan una planta en el patio de sus casas. Y señala que las frutas secas están de moda hoy en el mundo, situación que la Argentina debería aprovechar.
“Es que el pistacho va bien con lo salado y lo dulce, de suave sabor, no invasivo, muy versátil para la industria alimenticia. Vendemos unas pepas surtidas, ideales para preparar con cremas, salsas, pestos, budines, brownies, helados y más. El pistacho es muy bueno para el corazón, rico en grasas saludables, proteínas y fibra –enfatiza-. Además, es un cultivo noble y sano, simple de manejar, porque requiere de pocos cuidados”, asegura el productor de San Juan.
Además, expone el joven productor, de 34 años de edad, que el ambiente sanjuanino es muy propicio para este cultivo que crece en tierras desérticas y necesita mucho calor en la época de su maduración, durante el verano, y mucho frío, para asegurar su floración y polinización. Inviernos largos con temperaturas por debajo de los 7 grados, y veranos largos, calurosos y secos.
“Como método, plantamos un árbol macho, que da el polen, y nueve árboles hembras, que dan el fruto, y cosechamos una vez por año. En 2022 colocamos 12 ventiladores para proteger 220 hectáreas de las heladas tardías y resultaron efectivos. El cultivo se riega con agua de pozo –continúa Leopoldo- o con agua de la cordillera que llamamos ‘de turno’. Hacemos pozos de 300 a 350 metros de profundidad. Hacer sólo el pozo cuesta 100.000 dólares y hoy se nos complica conseguir las bombas, en realidad, hasta importar un tornillo”, despotrica.
Leopoldo aún vive con su padre, en San Juan capital, y ambos se ocupan de la plantación, de la industria, de la parte financiera del negocio y de las ventas. Él es administrador de empresas, su hermano Patricio es abogado y su padre, economista. En la planta industrial cuentan con un ingeniero químico, y un ingeniero mecánico está a cargo del mantenimiento, ya que poseen 5 máquinas cosechadoras italianas Berardinucci, ya que “el pistacho no debe tocar el suelo”. Agrega que la poda también se realiza en forma mecánica.
“Elaboramos un pistacho de calidad –completa, Bravo-. El mismo crece como en racimo, y una vez que llega a la planta industrial, el primer paso es sacarle el pelón, una vaina vegetal que recubre al fruto, se limpia, se le quitan los palos, se seca y se almacena en 5 silos, con una capacidad de 250 toneladas cada uno. Luego se lo ingresa a la fábrica, donde se separan los pistachos abiertos de los cerrados. Por un lado, se comercializa sólo la fruta del pistacho al natural, y por otro, el pistacho con cáscara, tostado y salado. En cambio, se exporta de modo natural para que lo sazonen al gusto del consumidor. Finalmente aprovechamos las cáscaras para elaborar compost y abonar el campo”.
Finalmente, cuenta Leopoldo que toda su familia es netamente agropecuaria, ya que además tienen campos en Salta con cultivos de soja, trigo y maíz, que maneja su madre, Laura Pedrosa, y también hacen ganadería. Se consideran una familia de trabajo. “Andamos mucho, producimos todo el tiempo y tratamos de estar en constante crecimiento, pero nos cansamos de renegar con los políticos que nos gobiernan”, afirma indignado el joven Bravo, quien manifestó esperar con ansias, que haya un cambio a partir de las próximas elecciones “porque no se puede crecer en la Argentina sin estabilidad económica y sin un Estado que apoye y fomente el trabajo y la producción, en vez de poner palos en la rueda”.
“El pistacho tiene un gran futuro, que es inmediato, y la Argentina no debería perderse esta oportunidad”, culminó este joven productor, que con orgullo dice ya emplear con su familia a 100 personas, sólo en San Juan.
Leopoldo Bravo eligió dedicarnos el vals Plaza 9 de Julio, con letra de Juan Carlos Saravia y música de Pancho Figueroa, por Los Chalchaleros, de su disco, Si de cantar se trata.
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