En el ultimo año el precio internacional del maíz se destruyó y la razón detrás de ese fenómeno es el hecho de que el centro de gravedad de la matriz agroindustrial a escala global se mudó de EE.UU. a Brasil. Los tiempos cambian.
No se trata de un “dato” de mercado, sino un cambio estructural que impacta directamente en los precios FOB del maíz sudamericano (especialmente en la segunda mitad del año).
La entidad que agrupa a las principales compañías exportadoras brasileñas acaba de publicar el registro consolidado de los embarques de maíz del pasado mes de octubre y los números son impresionantes porque muestran un crecimiento interanual del 34%. Y todo indica que se trata de un suceso que llegó para quedarse.
Además de lograr cosechas que crecen año tras año, Brasil tiene un déficit de infraestructura enorme que contribuye a generar embarques gigantescos en los períodos de recolección de maíz. Más que exportar, Brasil “escupe” granos.
La cuestión es que la mayor concentración de embarques de maíz tardío brasileño coincide con el ingreso al mercado de la cosecha estadounidense del cereal, lo que contribuye a deprimir aún más los precios del producto.
Este año, vale recordar, Argentina está “fuera de juego” a causa del desastre climático registrado en la campaña 2022/23. Sin embargo, cuando la producción del país se recupere –lo que sucederá muy probablemente el año que viene– entonces habrá un factor adicional para poner “paños fríos” en el mercado global del cereal.
Brasil, en conjunto con sus vecinos del Mercosur, es ahora el nuevo gran oferente de productos agroindustriales a escala global y ese privilegio viene acompañado con la obligación de la competitividad: ofrecer cada vez más a un precio cada vez menor.
La única manera de poder hacer frente a ese desafío es con mayores eficiencias productivas, economías de escala y esquemas tributarios y regulatorios que faciliten ese proceso.
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