La Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA), vinculado al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento de ese país, difundió recientemente un ranking elaborado por la red InterPIG, entidad que nuclea a expertos en economía del sector porcino del mundo, en el que se clasifica el costo de producción de un kilo vivo de cerdo de 17 países durante 2022.
Mientras que Argentina ni siquiera figura en el listado, ocupando actualmente un puesto por fuera del top diez de principales países productores de cerdo, Brasil celebró el resultado de ser el país con el costo más bajo según dicho listado. Según el listado publicado, el país carioca posee un costo que va entre 1,13 dólares (Mato Grosso) y 1,28 (Santa Catarina).
“A pesar de aumentos del 10% y del 12% en los dos estados, respectivamente, respecto a 2021, los valores siguen siendo inferiores a los de Estados Unidos (1,42 dólares por kilo vivo), Dinamarca (1,49 dólares), España (1,66 dólares), Países Bajos (1,74 dólares) y Alemania (1,83 dólares). El promedio para los países que forman parte de la red InterPIG es de 1,72 dólares por kilogramo vivo”, indicaron desde EMBRAPA.
Ahora bien, la pregunta que nos hicimos en Bichos de Campo es de lo más lógica: ¿Cuánto cuesta producir un kilo de cerdo vivo en el país? Y sobre todo, ¿es posible calcularlo en medio de tantas distorsiones económicas como las que existen aquí?
Esta última pregunta es la que quizás marcará el tono del resto del artículo, ya que hablar de costos en Argentina supone tener en cuenta un abanico de posibilidad e interrogantes.
Consultado por Bichos de Campo en su calidad de especialista, el veterinario Raúl Franco, integrante del INTA Marcos Juárez, indicó que el primer paso para realizar cualquier tipo de comparación es definir una misma metodología.
“Hay que saber qué método y qué insumos directos incluye cada país para sacar una conclusión de costos. Hay un ítem que es clave y que te puede cambiar el número, que es la amortización. La amortización es la plata que vos tenés que guardar para cuando se te rompa una instalación, y en mi opinión ronda el 15%. Un costo sin amortización da un número y uno con amortización da otro”, explicó Franco.
Seguido de esto, el segundo paso –y quizás el más difícil- es precisar qué cotización se tendrá en cuenta para realizar las estimaciones. “En principio el costo de Argentina se tendría que tomar al dólar oficial. No podés tomar ningún otro tipo de dólar, porque en realidad la soja, el maíz y todo aquello que uno compra está en dólar oficial. No hay otro dólar en el cerdo”, dijo.
Y agregó: “Hay una puja, hablando en términos políticos, de que en realidad el común denominador de todo está en dólar blue y no es así. El dólar blue no tiene nada que ver en el costo real de la producción de carne y grano. Por eso aparece el dólar soja, que ahí sí oficializa otro dólar para ese grano y el productor agarra unos pesos más. Pero si no, el sojero, el agricultor, el chanchero, el bovinero, todos toman el dólar oficial. No hay otro dólar”.
Eso a pesar de que la cotización oficial está visiblemente atrasada, en términos históricos, lo que también puede alterar los resultados.
Una vez acordada esa cotización, hay que analizar qué elementos componen al costo.
“La soja, el maíz y en núcleo representan alrededor del 65% del costo de producción. El 35% restante se completa con mano de obra, fletes, impuestos, gastos, genética, mantenimiento de instalaciones, entre otros”, señaló a Bichos de Campo el consultor Juan Uccelli.
Mientras que la mano de obra -segundo ítem en importancia dentro del costo- es uno de los ítems que se calculan en pesos, el costo vinculado a la alimentación se encuentra dolarizado.
“El costo de alimentación utiliza el precio de pizarra y para hacerlo de forma correcta hay que sacar el gasto de comercialización, porque tiene un valor de oportunidad. Es decir, el productor que, por ejemplo, produce maíz en Maros Juárez y recibe un valor de 90 pesos por kilo, cuando se le resta el gasto de comercialización -que ronda entre un 10% y un 15%- el valor real que el productor recibe estaría alrededor de los 80 pesos por kilo. Por tal motivo, el valor que percibe el productor en la zona núcleo es más o menos el 10% menos que el precio de pizarra”, detalló Franco.
En el caso de la soja, el especialista realizó una salvedad adicional vinculada a su procesamiento. “Como no se puede usar soja cruda, por los factores anti-nutricionales que contiene, se usan sus subproductos, siendo unos de los más utilizados el expeller, que se suele canjear por soja con la siguiente relación: por cada kilo de soja obtenés 900 gramos de expeler. Para hacer un costo correcto, entonces, hay que tomar el precio de la soja de pizarra más un 10%, para tener una referencia del valor de ese insumo”, puntualizó. En este caso estimó un precio de 275 pesos por kilo de soja.
Finalmente, el premix, otro ítem clave de la dieta, fue calculado por Franco en un valor en torno a los 1100 a 1200 pesos por kilo promedio para todas las categorías.
“Podemos decir que un kilo de alimento balanceado terminado tiene un costo de alrededor de los 160 a 165 pesos más o menos”, sostuvo.
“En este gran abanico donde coexisten granjas y productores muy tecnificados, medianamente tecnificados y productores de poca escala y tecnificación, podemos estar hablando de que el costo de producir un kilo vivo de cerdo, en Argentina, debe estar rondando hoy 1,55 a 1,60 dólares a precio oficial con amortizaciones”, resolvió el veterinario.
-En ese caso entonces somos más caros que Brasil.
-Claro, pero lo interesante de esto es que el costo en dólar oficial tampoco sea inferior al precio de venta del capón en pie en dólar oficial. Eso sería lo lógico para que la rentabilidad sea positiva. Y hoy el valor de referencia del capón ronda entre 1.80 y 2 dólares, mientras que el costo se ubicaría alrededor de un 1,60. Estamos hablando de empresas tecnificadas, que tienen una buena eficiencia de conversión y escala, punto que en definitiva no varía mucho de una empresa tecnificada de Brasil. Hoy cualquier empresa argentina de 500 madres para arriba tiene los índices positivos similares, y te diría que quizás alguna puede ser hasta superior que la de Brasil.
-¿De qué forma nos favorece tener retenciones en la constitución del costo del alimento?
-Las retenciones son una forma de reducir los costos al valor agregado. Brasil toma el precio de la soja a valor Chicago y nosotros no. Esta medida, aplicada en un porcentaje que no ponga en riesgo la rentabilidad agrícola, es beneficiosas para las actividades que agregan valor, algo que Argentina necesita y mucho ya que eso se traduce en mayor ingreso de dólares, mayor mano de obra, desarrollo territorial, entre otros beneficios.
-¿Considerás que aún con esos números, nuestro sector porcino es competitivo?
-Sí, somos totalmente competitivos, fundamentalmente porque somos productores de granos y eso nos ubica como un país con grandes perspectivas en lo vinculado a la producción de carne en general. Argentina no debería exportar granos. Debería exportar carne y así cambiar la matriz productiva primarizada actual a una matriz con más desarrollo, trabajo y valor.
Consultado por las proyecciones respecto al crecimiento de la producción porcina, Uccelli indicó a este medio: “No estamos en el top ten de productores. ¿Vamos a llegar? Sí. Dentro de cuatro o cinco años, si hay una política más o menos lógica que el nuevo gobierno, sin importar de qué color sea, diga el dólar va a valer tanto, vamos a abrir las exportaciones de carne vacuna. La carne vacuna va a tener un aumento, el cerdo va a ser competitivo, vamos a reemplazar parte de la carne vacuna que falte, que es lo que hicimos en los últimos años, y creceremos en consumo. Y por otro lado, vamos a tener un excedente para exportar, vamos a poder traer dólares y vamos a tener un precio competitivo de exportación. Argentina va a seguir creciendo la producción de cerdos. Es inevitable porque tiene todas las condiciones para hacerlo”.
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