Más allá de lo violento que puede resultar la tradicional actividad de pialar a los terneros y potros para luego castrarlos, la yerra en sí, como evento, resulta un gran atractivo como jornada de festejo y una excusa para comer rico, jugar y escuchar música.
Así lo planteó la familia Pra en su campo en La Carlota, y es lo que ha generado que el evento no deje de crecer. La Yerra Tradicional, como lo llaman, este año convocó a más de 300 personas y demostró ser también el lugar propicio para pasar un día distinto en familia.
Algunos hicieron varios kilómetros para estar ahí, como es el caso de la familia Videla Frías, que presenció por primera vez la jornada. En realidad, fue la primera vez para 4 de sus 5 miembros, porque Josefina es oriunda de La Carlota y recuerda haber vivido en su infancia esa tradicional fiesta.
De hecho, algunas décadas atrás, era un día obligado para todo establecimiento ganadero, en el que efectivamente se capaba a todos los animales, se les aplicaban vacunas y otras medicinas y se los marcaba a fuego. Hoy, como todo eso es parte de la tarea cotidiana que hace un veterinario en el campo, la idea de organizar una yerra subsiste como un rescate de esas viejas costumbres..
“Esto es tradición y parte de nuestra cultura. Está bueno que lo conozcan desde chicos”, señala Francisco, el marido de Josefina. En su caso, como nació y se crió en Capital Federal, gran parte de las prácticas y relatos del interior productivo los conoció gracias a ella.
Mirá la entrevista completa con la familia Videla Frías:
La invitación a formar parte del evento anual en La Carlota llegó de parte de unas amigas de la infancia de Josefina. “Lo primero que dije fue ´hay que llevar a los chicos para que vean ese espectáculo´”, relata ella, que así convenció a toda su familia a tomar la ruta 8 y desembarcar por unas horas en el pueblo al sur de la provincia de Córdoba.
Como sus hijos son muy pequeños -el mayor tiene 9 años, el del medio, 6 y la más chica, 4-, el matrimonio les hizo una pequeña capacitación “express” sobre la ruralidad y la vida en el campo. Lo gracioso, afirma Josefina, fue tomarles lección luego. “Les pregunté si se acordaban cuál es el ternero, y me respondieron el bebé del caballo”, recuerda, entre risas.
Así y todo, al final de la jornada, cada uno se quedó con algún recuerdo. Lorenzo, el hermano del medio, disfrutó haber visto los chanchos, mientras que el más grande fue a lo seguro: “A mí me gustó el asado”, dijo.
Pero la Yerra Tradicional no es sólo un día distinto para el turismo, sino incluso para los propios vecinos del lugar. Es el caso de Román Maldonado, por ejemplo, que tiene 14 años y acompaña desde hace varias ediciones a su papá, el asador designado del evento.
Mientras “Maxi” transpira al lado del fuego, con más de 200 kilos de carne a la estaca, Román lo hace arriba del caballo, en el que aprendió a andar a los 8 años. “Prefiero estar acá arriba, soy muy amargo para pialar”, asegura el joven, que prefiere la tarea de mover a los terneros y potros del corral a la manga, para que luego los gauchos demuestren la habilidad con el lazo.
Los Maldonado no son una familia campera. Maximiliano es camionero de profesión pero asa en la yerra por hobbie, y Román aprovecha para pasar un día distinto junto a su papá y dentro de los corrales.
Sin embargo, puede que lo sean a futuro, porque el joven proyecta ser veterinario o dedicarse a alguna otra actividad que tenga que ver con la ruralidad. “Trabajar en el campo es un sueño que tengo desde chico”, dijo, sin bajarse del caballo ni siquiera para dar la entrevista.
Mirá la entrevista completa con Román Maldonado:
La entrada A la yerra hay que ir: A la tradicional fiesta campera va el hijo del asador, pero también una familia porteña con raíces de pueblo se publicó primero en Bichos de Campo.