En un contexto donde la demanda de alternativas energéticas se intensifica, Víctor Castro, especialista en biocombustibles, brindó una radiografía clara de la situación actual de la industria y el potencial que yace en los cultivos bioenergéticos como la colza, la camelina y la carinata.
“Es muy importante hoy pensar esto en forma conjunta”, comienza Castro, subrayando la necesidad de abordar el tema desde una perspectiva integral. “Estos cultivos están generando una nueva demanda para nuestro complejo aceitero, que cada vez se expande más y se complejiza. La demanda no es solo por aceite, sino por una necesidad ambiental”, puntualizó el agrónomo y Director Ejecutivo de la Cámara Argentina de Biocombustibles (CARBIO), cámara empresaria que nuclea a las principales productoras de biodiesel de Argentina.
El valor ambiental de los biocombustibles se convierte en un tema central. Castro explica que el objetivo primordial es “bajar las emisiones a la atmósfera”, señalando que, sin biocombustibles, “seguiríamos quemando gasoil o JP1 en los aviones”. La transición hacia energías más limpias no es solo una cuestión de eficiencia; es un imperativo medioambiental.
“La tendencia es irreversible”, asegura. “Los efectos del cambio climático los estamos sufriendo todo el tiempo y, aunque no tienen un costo mensurable, es evidente que el planeta no puede seguir absorbiendo todo lo que emitimos”. En este sentido, Castro recalca que es crucial encontrar un “balance cero” en las emisiones, destacando la urgencia de reducir el impacto ambiental de la producción energética.
Justamente ahí, es donde entra el potencial de la agricultura argentina, capaz de producir grano de cultivos como la colza, que de la mano de la camelina o carinata, se vuelve a posicionar como opción viable para la elaboración de combustibles.
Entpnces, cuando se plantea la posibilidad de que Argentina se convierta en un actor clave en la producción y exportación de biocombustibles elaborados a partir de estos cultivos, Castro es optimista. “Argentina ya es un buen jugador internacional en biocombustibles, particularmente en biodiésel”, afirma. La eficiencia del complejo agroindustrial argentino, con prácticas agrícolas como la siembra directa y el uso de tecnologías de agricultura de precisión, posiciona al país como un competidor fuerte en el ámbito global.
Castro explica que “las principales zonas de producción están concentradas cerca de los centros de molienda”, lo que minimiza la logística y las emisiones. Esto es clave para sostener la competitividad en un mercado donde los costos de producción son cruciales. “Nuestra huella de carbono es realmente muy baja”, agrega, justificando el reemplazo de combustibles fósiles por biodiésel.
Sin embargo, Castro señala que aún falta un impulso claro para el desarrollo de cultivos como la colza, la camelina y la carinata. “La demanda de cultivos bioenergéticos está transformando el mercado, pero necesitamos madurarlo”, dice. Esto implica una comprensión más profunda de cuánto vale el activo ambiental que se produce y cómo esto puede influir en las decisiones de inversión.
Cultivo de camelina
“Todo esto se estará acomodando”, asegura Castro. La dinámica del mercado de biocombustibles está cambiando, y mientras países como Estados Unidos fomentan la molienda para aceite, Argentina tiene la oportunidad de posicionarse como líder en cultivos específicos para biocombustibles. “La demanda va a crecer”, afirma, pero subraya que es esencial que se establezca un marco claro sobre el costo del carbono y cómo se mide el impacto ambiental de la producción.
Mirá la entrevista completa con Víctor Castro:
Castro concluye con un mensaje de esperanza y determinación: “Estamos en un momento crítico donde debemos valorar no solo la proteína, sino también el costo ambiental de nuestras decisiones”. A medida que el mundo avanza hacia un futuro más sostenible, Argentina tiene la oportunidad de liderar el camino en la producción de biocombustibles, siempre y cuando se fomente adecuadamente la inversión en estos nuevos cultivos.
– ¿Qué representa para la industria que se realicen eventos donde se fomente la colza, la carinata y la camelina?
– Es muy importante hoy pensar esto en forma conjunta, porque estos cultivos bioenergéticos están generando una nueva demanda para nuestro complejo aceitero. La demanda no es solo por aceite, sino por una necesidad ambiental.
– ¿Cómo podemos ver esto en términos de sustitución de combustibles fósiles?
– El objetivo primordial es bajar las emisiones a la atmósfera. Sin biocombustibles, seguiríamos quemando gasoil o JP1 en los aviones. La transición hacia energías más limpias no es solo una cuestión de eficiencia; es un imperativo medioambiental. La tendencia es irreversible. Los efectos del cambio climático los estamos sufriendo todo el tiempo y, aunque no tienen un costo mensurable, el planeta no puede seguir absorbiendo todo lo que emitimos.
– ¿Estamos en condiciones de pensar que Argentina sea elaborador y exportador de biocombustibles a partir de estos cultivos?
– Argentina ya es un buen jugador internacional en biocombustibles, particularmente en biodiésel. Nuestra eficiencia, con prácticas como la siembra directa y la agricultura de precisión, nos posiciona como un competidor fuerte en el ámbito global. Las principales zonas de producción están concentradas cerca de los centros de molienda, lo que minimiza la logística y las emisiones. Nuestra huella de carbono es realmente muy baja, lo que justifica el reemplazo de combustibles fósiles por biodiésel”.
– Si tenemos el sector productivo funcionando y eficiente, ¿qué falta para aprovechar el potencial de estos nuevos cultivos?
– Todo esto se estará acomodando. La demanda de cultivos bioenergéticos está transformando el mercado, pero necesitamos madurarlo. Es crucial establecer cuánto vale el activo ambiental que se produce y cómo esto influye en las decisiones de inversión.
– ¿Cuál es el camino a seguir para que Argentina se convierta en un líder en biocombustibles?
– Estamos en un momento crítico donde debemos valorar no solo la proteína, sino también el costo ambiental de nuestras decisiones. La dinámica del mercado está cambiando, y mientras países como Estados Unidos fomentan la molienda para aceite, Argentina tiene la oportunidad de liderar en cultivos específicos para biocombustibles. La demanda va a crecer, y es esencial establecer un marco claro sobre el costo del carbono y cómo se mide el impacto ambiental.
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