La cabaña ovina Unelen de Ariel Manfroi y su familia, está ubicada en Venado Tuerto, en el sur de Santa Fe, y ha logrado importantes e innumerables premios a lo largo de sus escasos 15 años de existencia. El emprendimiento se ubica a 13 kilómetros al noroeste la localidad, y resalta por contar con muy lindas instalaciones, dignas de visitar, donde se puede ver a toda una familia trabajando a la par. Originalmente eran 25 hectáreas y luego sumaron 28 más.
Ellos no vienen de una tradición ovejera sino que -como muchos en Venado Tuerto- se dedicaban a clasificar semillas y un día Ariel se preguntó qué más podían hacer allí. Pensó en criar un animal que no contaminara con olores y se decidió por las ovejas de la raza Hampshire down, cuya cría era tradicional en la región aunque no tanto en la zona de Venado. Por eso le pusieron el nombre “UNE”, por ser los primeros o número Uno de esa localidad, y LEN, por darle una terminación mapuche a la palabra.
Mirá la entrevista a Ariel Manfroi:
-Ustedes tienen una carrera con muchos premios ganados en Palermo, la gran vidriera nacional, para tener recién 15 años.
-Los primeros años pagamos derecho de piso, porque vas conociendo la genética que gusta y te vas adaptando. Hasta que en 2008, un año con tantos problemas en el país, que cortaban las rutas y no se sabía qué hacer, sacamos la primera Gran Campeona. Y de esa fecha hasta hoy llevamos 11 Grandes Campeones y 11 Reservados de Grandes Campeones.
-¿Cómo elegiste la raza Hampshire down?
-Era la que predominaba en toda la región, porque es como el Angus para los bovinos, la más numerosa y conocida. Fijate que cuando vamos a Palermo, es la raza más numerosa, después de los bovinos Angus y los Caballos Criollos, ocupan el tercer lugar.
-¿Cómo adquiriste los primeros animales?
-Nos propusimos comprar 10 hembras y un macho a la cabaña La Virginia y 10 más con un macho a la cabaña La Angelita, y los crucé. Esta última era de Manuel Espina, de General Cabrera, que después la terminé comprando. Ambas cabañas eran las más prestigiosas en Palermo. Durante 2 o 3 años competí con mis dos marcas, UNELÉN y La Angelita, pero se me hizo complicado y decidí absorber todos los animales en mi primera marca.
-¿Cuántos animales mandan a Palermo?
-Normalmente, de Hampshire down, te permiten llevar hasta 10, seis hembras y cuatro machos. Como criamos de dos razas más, este año llevamos un total de 17, con reproductores de esas otras dos.
-¿Cómo se preparan los animales?
-Tenés que empezar a prepararlos en marzo, porque tenés un período de adaptación, todo un reconocimiento. Tenés que hacer ADN en tiempo y forma, porque después ya no tenés tiempo. Porque en la última semana, si te equivocaste, no tenés retorno. De marzo a julio, sufren un montón de cambios genéticos, a uno no le viste pinta y resulta que a los meses sí. O dos días antes se estresó y no lo pudiste llevar. Ese esperará para la Nacional en Pergamino o al remate que hacemos nosotros en octubre. Al final los empezás a bañar y a peinar, y rogás que todo salga bien. Cuando llegás a Palermo, pasás por la sanidad previa y los controles de admisión hasta que entrás al campo de juego.
-¿Se justifica todo este trabajo de llevar los animales a Palermo? ¿Es algo lúdico o hay una manera de generar valor?
-Cuando yo empecé, con mucha incertidumbre, unos te decían: “Si no estás en Palermo, no existís”. Otros, “Palermo te da chapa”. A Palermo va mucha gente de todo el mundo y te genera futuros negocios. Hemos exportado a Brasil, Paraguay, Uruguay, por contactos que hicimos ahí.
-Pero finalmente el objetivo de una cabaña es mejorar la genética de los rodeos ovinos… De allí supongo viene la decisión de incorporar nuevas razas.
-Veníamos con las Hampshire down, como en una recta, a fondo, porque en el Hemisferio Norte, que demanda mucho ovino, esta raza era la niña bonita y se la vendíamos muy bien. Luego mi hijo Matías me dijo que le parecía que la raza Dorper iba a tener mucho futuro. Ésta raza es sudafricana y se deslana. La esquila del Hampshire era todo un problema, debido a que no abundan los esquiladores. Las Dorper ya estaba incursionando en nuestro país y decidimos incorporar las Dorper White y las Black (blancas y negras). Con las White recién estamos empezando. Hoy tenemos 120 ovinos Hampshire down, 25 Dorper Black y apenas 7 White.
-¿Hicieron cruzamiento de razas?
-Sucedió como con las cruzas de las razas bovinas Brangus y Braford. Comenzaron a cruzarse las razas ovinas con las Dorper. Éste era un ovino adaptado a los climas más duros del Norte, pero es tan rústico que hoy se ha adaptado a todos los climas y ambientes. A tal punto que notás en los remates cómo pasó a cotizarse la Dorper como la raza top. Resulta que hoy te ponés contento porque vendés un reproductor Hampshire a 300.000 pesos, cuando de repente un Dorper se vende a un millón de pesos. Nosotros lo vimos como genética pura, pero hicimos un par de cruzamientos, para saber de qué hablábamos. Los puros, están en un 50% a 54% de rendimiento de carne en peso vivo. Y con cualquiera de esos puros cruzados con Dorper, llegamos a lograr 68%. De modo que al Dorper lo llevan a sus cabañas como genética pura, pero también es eficiente para lograr que un rodeo te rinda más en carne.
-¿Cuándo dijiste; “Ya aprendí, ya soy un experto en genética ovina”?
-No, en esto nunca se deja de aprender. Se van incorporando cosas, cuando ves cómo trabajan en otros países. Pero dicho por muchos colegas -porque hacemos reuniones sudamericanas-, el mejor Hampshire down del mundo está en la Argentina. Y siempre hemos seguido incorporando genética. Hace 2 años hemos comenzado a traer semen de Reino Unido, de donde la raza es originaria. No hay un punto de llegada.
-Contanos la historia de que decidieron crear el primer laboratorio de genética y reproducción de ovinos de Santa Fe (son instalaciones especiales que los Mnafroi están incorporando a la cabaña).
-Pasó que enviamos un gran campeón de la Nacional a un laboratorio, donde cometieron un descuido y se les murió. Entonces decidimos hacer nuestro propio laboratorio con fines comerciales, para todos los que quieran hacer reproducciones, de todo el país, para otras razas, congelar semen y con niveles para exportar. Tengo entendido que hoy no hay más de cuatro en la Argentina. Ya estamos haciendo embriones propios con muy buenos resultados.
-Presumo que suponen que el ovino tiene mucho futuro en la Argentina. Porque de lo contrario no traerían razas de otros países y levantarían un laboratorio.
-Siempre digo que el ovino está en pañales y hay muchísimo por hacer. Se ha ido involucrando gente con más capital, viendo el futuro del negocio, pero hoy nuestro problema más grave es que no tenemos producción suficiente para poder exportar carne ovina. Hoy consumimos 300 gramos, por persona, por año. Pero si subiera a 1 kilo no tendríamos capacidad para satisfacer esa demanda. Se progresó mucho en cómo lo comemos. Antes, era el cordero entero a la estaca o a la parrilla, en navidad o año nuevo. Hoy está empezando a comerse más seguido y por cortes, como la vaca o el cerdo. Sin embargo falta oferta, ya que vas a la carnicería y te llevás algo de pollo, de cerdo o de vaca, y no hay cortes de cordero en todas partes.
-¿Se puede hacer un paralelo histórico entre las cabañas bovinas de antes y las ovinas de ahora? ¿Se sienten parecidas a aquellas cabañas que comenzaron hace 150 años a proyectar un país ganadero?
-En todas partes del país la consigna hasta ahora era: ¿Por qué criar ovinos donde la soja y el maíz son las vedettes? Pues porque agrega valor a la soja y el maíz, por ejemplo. Se fueron dando cuenta de que produciendo carne en vez de cereal, los números te dan. Hoy a nosotros, produciendo carne ovina para consumo, sin contar la genética, nos da mejores números de costo beneficio, que hacer soja.
-¿Y entonces por qué no todos hacen ovinos?
-No se consigue gente especializada, hay que estar todos los días, como en el tambo, y ni hablar con la genética. Si no fuera porque mi hijo se involucró en el emprendimiento, hoy no tendría tres razas.
La entrada Ariel Manfroi nos abrió las puertas de su multipremiada cabaña de Hampshire Down: “Hoy producir carne ovina para consumo nos da mejores números que hacer soja” se publicó primero en Bichos de Campo.