Caita Có, un alejado lugar en la Argentina donde este año de sequía se pudieron cosechar sojas de 64 quintales

En el año de la gran seca, donde abundaron noticias de fracasos productivos, en el establecimiento Caita-Có, ubicado a 45 kilómetros al oeste de Conesa, en la provincia de Río Negro, lograron un rendimiento de 64 quintales por hectárea de soja. Claro que había riego.

El campo está sobre la margen sur del Río Negro, y se accede hasta el a través de una ruta de ripio que une Conesa con Choele Choel. Tiene 8.200 hectáreas, de las cuales la mayoría está destinada a la ganadería de cría. Pero sobre 400 hectáreas se hace agricultura bajo riego y con diferentes formatos.

Jorge Mazzieri es el agrónomo a cargo de la gestión del establecimiento y contó a Bichos de Campo que “tenemos con riego 400 hectáreas bajo tres formas: una de 180 hectáreas con riego por inundación, con compuertas australianas que vierten 500 litros por segundo; otra con tres pivots que suman 210 hectáreas más; y tenemos un tercer sector de 22 hectáreas con riego por goteo enterrado”.

El lote en el que se cosecharon esta campaña los 64 quintales de soja es uno de 90 hectáreas, donde el riego es por compuertas de alto caudal que vierten 500 litros por segundo. Eso deja una lámina de 200 milímetros que no encharca según la pendiente y cubre el manto.




El proyecto arrancó hace 12 años y en ese período lograron estabilizar los rendimientos. En el caso del maíz la cosecha llegó a entre 12 y 13 quintales.

El riego es necesario para la zona porque el promedio de precipitaciones es de solo 400 milímetros anuales, con una dispersión del 100%. Pueden llover 400 milímetros, pero también cero y en esas condiciones hacer agricultura es imposible.

“Desde el inicio tuvimos que encontrar la forma de generar suelo, porque hacemos comodities en un sustrato en el que nunca estuvieron”, dijo Mazzieri.

El asesor de Caita Có explicó qué rotación suelen hacer en esas hectáreas de la norpatagonia: “Arrancamos ahora con la siembra de los ciclos largos de trigo y en julio con los cortos, la cosecha a más tardar es en enero. Le sigue luego la siembra de la vicia en febrero, que la usamos como servicio forrajero de consumo directo o para henificar y que se consume desde agosto y hasta octubre. Luego se siembra el maíz, que se cosecha en mayo y deja un rastrojo que se pastorea también, a la espera de la siembra de soja”.

El especialista dijo que la soja ya participó tres veces en la rotación en suelos, y que nunca la tuvieron como especie objetivo porque al inicio el reconocimiento no es fácil, pero lo lograron tras varios años con doble inoculación.

“Los rindes tienden a aumentar de forma continua porque en cada ciclo de rotación se mejora la condición del suelo. Recordemos que salimos de un monte nativo y que nuestro desarrollo tiene sólo entre 10 y 11 años, y eso para un suelo es nada. Creo que a través de ajustes permanentes se van a lograr estabilizar estos picos convertidos en promedios”, indicó el agrónomo.

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