Los abuelos de Carla Chediak no eran productores, venían de otro rubro, pero “fueron visionarios y compraron un poco de tierra hace 45 años”, describe su nieta que hoy se va haciendo cargo de la producción en el establecimiento familiar.
En aquel entonces, la intención del matrimonio era contar con un emprendimiento a la hora del retiro y un ingreso que los independizara de la jubilación. Arrancaron con la producción de limones, luego sumaron la de caña de azúcar y finalmente sumaron a la de nuez.
Su hija los acompañó en la aventura productiva y hace pocos años se sumó Carla, que se recibió de ingeniera zootecnista y que le agregó la producción de huevos de “gallinas felices”, como se les dice a las que producen a campo abierto y no en sistemas intensivos.
“Me decidí por el tema de la avicultura de gallinas ponedoras porque era algo relacionado a mi profesión y me permitía seguir mis valores respecto de cómo veo a la producción animal, que debe ser amigable con el medio ambiente. Es una elección de vida. Esto le brinda al consumidor un producto saludable y me parece indispensable que la gente pueda elegir como alimentarse”, relató Carla en conversación con Bichos de Campo.
El sistema consiste en la liberación de las gallinas a un corral donde tienen a disposición maíz, expeller de soja, pasto e insectos. En función del nivel de pastoreo, se decida moverlas a otro corral o no.
“En verano es indispensable la sombra de los árboles, por lo que es una excelente combinación la producción de limones y nueces pecán combinada con la de gallinas”, contó. Además, en Tucumán en esa época del año abunda el calor y las lluvias por lo que el reparo de los árboles el clave. Por las tarde, cuando baja el sol, se las vuelve a encerrar para que no sufran el ataque de depredadores.
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La recolección de huevos es manual, y de las 500 gallinas que tiene en el sistema obtiene actualmente una producción de 420 al día.
Según sus cuentas esta actividad “es rentable”, aunque le encantaría poder incrementarla “y llegar a las 3.000 gallinas”.
Chediak dijo que este esquema limita la escala “pero si la gente buscara no solo el enriquecimiento económico y eligiera alimentarse de otra forma, esto sería compatible y menos difícil de implementar. Hay que modificar la mentalidad del consumidor, que es algo que está sucediendo. Mucha gente me pide y me busca huevos y pollos que no tengo”.
La joven productora comercializa los huevos en el mercado agroecológico de Yerba Buena cada sábado, bajo la marca Finca Doña Emilia. Ahí se da a conocer y luego el boca a boca hace el resto. Luego recibe pedidos en el campo y se encarga del reparto.
Carla indicó que este sistema “tiene infinitos beneficios” ya que lo pueden implementar “personas con poca extensión de tierras”. Por otro lado, según explicó, el consumo de pasturas e insectos, además de la posibilidad de comportarse de forma natural y expresar su carácter, hace que estas gallinas desarrollen su sistema inmune y que no sea necesario utilizar medicamentos.
Como si eso fuera poco, señaló que “el guano fertiliza la tierra” y por lo tanto tampoco se recurre al uso de esos insumos.
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