Hoy, 25 de junio, se conmemora otro aniversario del Grito de Alcorta, aquella revuelta agraria sucedida en 1912, que luego dio origen a la Federación Agraria Argentina (FAA). Pues bien, al parece no fue todo lo que siempre supusimos. El productor, escritor y difusor agropecuario del kirchnerismo, publicó una muy interesante nota en la agencia de noticias Tierra Viva, que nos permitimos reproducir aquí. Peretti expone allí que el Grito de Alcorta, como episodio histórico, está algo sobrevalorado y -peor todavía- ha sido fraguado.
Este es el texto firmado por Pedro Peretti, quien se presenta como “*Paceño, escritor y chacarero”.
El Grito de Alcorta significó un modesto reacomodamiento de cargas dentro del subsector tierras del modelo agroexportador nativo. Ahí, en ese segmento específico, chocaron terratenientes y subarrendadores contra chacareros arrendatarios, por el quantum del alquiler de la tierra para sembrar. Las demandas chacareras eran por demás modestas: se reducían a algún retoque en los contratos de arrendamiento que incluyera una módica rebaja en el canon. No hubo planteos “revolucionarios” ni figuró la reforma agraria en el pliego de demandas.
Continuamente referenciado para graficar cualquier conflicto agrario, incluido el de las retenciones móviles que está en sus antípodas, el Grito de Alcorta es —tal vez— el hecho histórico más citado, más tergiversado y por ende menos cabalmente comprendido de la historia agraria argentina.
Cada año, cuando llega la efeméride, se repiten como un mantra una serie de inexactitudes que a fuerza de ser reiteradas parece que fueran verdad, pero no lo son. La falsificación de la historia nunca es inocente ni inocua: siempre responde a intereses económicos específicos.
En el caso del Grito de Alcorta la deformación es ostensible porque romantiza un hecho de lucha y resistencia, presentándolo como un evento “casi amistoso” que se resolvió por medio en una conversación dominguera entre tres hermanos: dos curas (que ni siquiera participaron en el hecho) y un abogado, que estaba en el polo ideológico opuesto a ellos.
Hay un ocultamiento sistemático de los presos de la huelga, que los hubo y muchos en diversas zonas del país. Así como de la represión que se ejerció sobre los colonos en paro y el rol de los terratenientes pidiendo la intervención del ejército y la represión a los huelguistas. Los ataques contra la integridad física de los dirigentes que lideraron la lucha agraria fueron innumerables. A Netri lo asesinaron, a Menna también, a Juan B. Justo le pegaron cuatro balazos, Capdevila estuvo 18 meses preso y fue torturado, Manuel Sales —detenido junto a nueve agricultores de Máximo Paz— debió seguir el camino del exilio interno. En todos estos hechos de violencia y persecución estuvo el tándem Cepeda-Rodeiro, hombres fuertes del radicalismo conservador santafecino.
El déficit fundamental en el análisis histórico de esta gesta es no visualizar y conceptualizar correctamente el rol del subarrendamiento y de los subarrendadores en la colonización agraria argentina. El arriendo del arriendo fue el gambito que encontró la oligarquía terrateniente para incorporar sus tierras incultas a la agricultura, sin perder la propiedad. Es la clave que explica el retraso del desarrollo industrial de nuestro país. El subarriendo fue prohibido por el peronismo por Ley 13.246.
A 106 años del Grito de Alcorta, un chacarero dice que sus reclamos son los mismos de aquel entonces
Grito de Alcorta: ficción y realidad: La “biblia” sobre la que se asienta el análisis histórico del Grito de Alcorta es el libro de Plácido Grela titulado: “El Grito de Alcorta. Historia de la rebelión campesina de 1912” (Tierra Nuestra, 1958). Se trata de una obra plagada de inexactitudes y relatos claramente fraguados, con pasajes inverosímiles, sin ninguna base documental, lo que la convierte en un texto más cercano a la literatura de ficción que al análisis histórico riguroso. Es en este libro donde abrevan la mayoría de las “investigaciones” sobre las que se armó toda la memorabilia oficial del hecho. Así es como vemos repetir año tras año una serie de latiguillos que no tienen nada que ver con lo que realmente pasó.
Estos fueron algunos de los hechos más importantes:
El Grito de Alcorta comenzó en Bigand el 15 de junio de 1912. Un millar de productores y comerciantes se reunieron en la plaza, fogoneados por el comerciante Luis Fontana. Ahí presentaron un pliego de demandas y dieron un ultimátum al terrateniente don Víctor Bigand.
Diez días después, sobre la base de los reclamos de Bigand, se declara formalmente la huelga en Alcorta, y se analizan las modificaciones de los contratos, que había preparado Francisco Netri.
El principal orador de los dos actos fue Luis Fontana.
Francisco Netri no fue el gestor ni el organizador de la huelga. Fue convocado como abogado porque reunía tres requisitos esenciales para la Comisión de Huelga que lo convocó: era italiano, ateo y militante mazzinista, una especie de progresista italiano de la época. Nunca fue socialista, ni líder de la huelga.
Pascual y José Netri, curas de Máximo Paz y Alcorta respectivamente, no tuvieron nada que ver ni con el Grito ni con la fundación de la Federación Agraria Argentina. Tampoco fueron responsables de convocar a su hermano Francisco, situación que este deja más que claro en un reportaje que dio a la revista Fray Mocho, cuando dijo: “Jugamos en distintos equipos”.
Pascual Netri fue cura de Máximo Paz, no de Alcorta como dice aviesamente el libro de Grela, a lo largo de más de 100 páginas. Pascual y su familia vivieron en Máximo Paz durante 46 años. Tuvo un hijo llamado Mario, abogado, que ejerció la profesión en la localidad y fue uno de los primeros jueces del trabajo designado por Perón. A su vez, Mario tuvo cuatro hijos que habitualmente participaban en las efemérides federadas como nietos de Francisco, cuando en realidad eran nietos de su hermano, el cura Pascual; otro fraude más, por si faltaran mentiras a esta historia. Hay que agregar que la iglesia incendiada intencionalmente el 17 de noviembre de 1912 es la de Máximo Paz (hay fotos) y no la de Alcorta, como erróneamente se repite.
La primera comisión de huelga de Alcorta estuvo inspirada y dominada por anarquistas. En su composición sólo había un presidente designado; el resto de la comisión eran vocales y actuaban como secretarios por turnos. Los anarquistas no están contra la organización (como se suele suponer) sino contra las jerarquías y la desigualdad.
El verdadero líder de la primera comisión de huelga fue el anarquista Francisco Capdevila, no Francisco Bulzani, que actuó como presidente pero sin ningún peso específico. Bulzani no fue socialista ni maestro de escuela: apenas sabía leer y escribir, y terminó expulsado de la filial Alcorta por no cumplir los mandatos que se acordaban. Capdevila tuvo un protagonismo insustituible durante la huelga y después siguió luchando por la causa agraria, hasta que en 1916 fue detenido en Máximo Paz y salió muy deteriorado por las torturas sufridas en la cárcel. Se desconoce el rumbo que tomó.
La verdad de lo ocurrido en Alcorta está sepultada bajo una maraña de intereses que, a través de mentiras e inexactitudes, pretende despojar a la gesta de todo atisbo de lucha anti terrateniente. Todo debe estar en la historia, para que la memoria sea como fue, y no como quiere y conviene a la derecha.
Quienes se interesen en profundizar sobre este tema, con fuentes debidamente documentadas, pueden recurrir a: Olvido y Falsificación en las historia del Grito; La Fundación de la FAA, de los orígenes a la traición; y ¿Quién mató a Francisco Netri? ¡Ahí los espero!
La entrada Crónicas Robadas: Según Pedro Peretti, la historia del Grito de Alcorta también ha sido “fasificada” se publicó primero en Bichos de Campo.