La llama “la aventura de su vida” y la vive a sus 70 años de edad. Luis Guillermo Madrid Arango es un ingeniero agrónomo colombiano que recorre por estos días América del Sur en su bicicleta, con un proyecto sin un plan muy elaborado, al que decidió nombrarlo “Esparciendo semillas”. En su equipaje lleva varias especies de semillas que intercambia con pequeños productores que encuentra a la vera de la ruta.
El biciviajero, además de negarse a morir como la mayoría de los adultos mayores a su edad, retoma con este viaje un sueño que quedó trunco en el año 1999, luego de sufrir un accidente que lastimó severamente su médula y otras partes del cuerpo.
“Estando en Medellín prendí la televisión. Yo no suelo ver televisor, pero inmediatamente lo apagué y dije: son 70 años de edad, qué voy hacer, sentarme aquí a echar barriga y esperar la muerte. Entonces mire la bicicleta y tomé la decisión de forma rápida de recorrer América del Sur en bicicleta”, cuenta Luis Guillermo a Bichos de Campo. Asegura sentirse capaz aunque reconoce que es un desafío sobre todo a su edad.
Madrid por mucho tiempo trabajó como ingeniero agrónomo en el centro de turismo ecuestre Los Establos de Cap Cana de República Dominicana, pero siempre se mantuvo pedaleando de forma recreativa por lo que dice querer combinar esta actividad con otra de sus pasiones: compartir conocimientos sobre la producción agrícola ancestral.
Desde Colombia, atravesando la frontera con Ecuador, haciendo 1600 kilómetros en bicicleta, Luis Guillermo fue intercambiando semillas con familias rivereñas mientras iba a bordo de embarcaciones que lo trasladaron por Perú hasta llegar a Brasil por la selva amazónica, donde volvió a retomar su bici, hasta llegar a la frontera con Argentina.
Dice haber entrado por Puerto Iguazú y, si bien le falta mucho, su aspiración es llegar antes de finalizar el año a Ushuaia.
”En ese recorrido no solo he ido esparciendo semillas, sino que he ido intercambiando experiencias de vida, he tratado de llevar un mensaje motivador y de esperanza a la gente”, afirma Luis Guillermo, quien porta consigo semillas escogidas, a partir de los hábitos alimenticos que se comparten por toda América del Sur.
Así ha ido dejando en tierras argentinas y otras naciones el simiente necesario para sembrar guanábanas, limón pajarito (oriundo de Medellín), melón, cebolla, coliflor, brócoli, pimentón, y árboles maderables como el guayacán.
-Además de recorrer Argentina de Norte a Sur, ¿qué aspiras lograr con el intercambio?
-En Argentina, como en Brasil, son grandes extensiones de monocultivos, por eso me voy relacionando con las personas, con pequeñas poblaciones. Según veo la oportunidad me detengo en una pequeña chacrita, en alguna huerta y comparto, obsequio y he recibido algunas semillas.
-¿Pero cuál es el propósito?
-En realidad yo no tengo un plan, lo que tengo es un camino, esta es una aventura, una experiencia nueva de mi vida. El recorrido es muy extenso, llevo aproximadamente 8 meses pedaleando y un promedio de 7.800 kilómetros y me faltan unos 3.500 para mi objetivo, mi meta es llegar a Ushuaia”, remarcó el agrónomo colombiano.
Cuando Bichos de Campo pudo dialogar con Luis Guillermo Madrid, se encontraba en una parada por Cacharí, yendo por la ruta 3, a la altura del partido de Azul, en el centro de la Provincia de Buenos Aires. Había llegado pedaleando desde el norte del país e intercambiado con muchas familias y pequeños productores a los cuales les habló sobre el uso racional y medido de los agroquímicos, entre otras cosas.
-¿Qué podés contar sobre tu experiencia en Argentina, que anécdota destacas?
-La empatía que genera la bicicleta es una cosa impresionante. En todo este tiempo no me he sentido amenazado por nadie, no me sentido en una situación de riesgo o de peligro. La aceptación y la acogida de la gente han sido impresionantes en todas partes. En Argentina, puedo decir que hecho amigos. Siempre me demuestran esa sorpresa y me dicen “lpm”, esa palabra muy fuerte, cuando digo que tengo 70 años y vengo de Medellín, Colombia.
Luis Guillermo Madrid confiesa que hoy mantiene comunicación con 85 personas, de ellos 15 son argentinos, que ha conocido a lo largo del camino, pues cada uno de ellos sigue muy pendientes de su recorrido y de estado fisco. Los llama “ángeles de camino”. Mediante un grupo de WhatsApp los mantiene al tanto de su trayectoria.
-¿Qué has visto en común con respecto a la producción de alimentos en estos pueblos de América Latina?
-Tuve la oportunidad de relacionarme con un productor citrícola en Eldorado (Misiones) y precisamente veo que todos están enfrentando una situación muy complicada con la disponibilidad de mano de obra útil. En realidad con todas las políticas. La tendencia es como apoyar la vagancia con esa cantidad de dádivas y prebendas que le dan a las personas y los van invitando a dejar de preocuparse por el trabajo y la actividad productiva. Pero eso no solo pasa en Argentina, lo pude ver en Brasil, Ecuador y en la propia Colombia.
Sobre este particular, Madrid se ofusca y dice no entender lo que ocurre. “El primer peldaño de la economía es la producción de alimentos y de eso dependemos todos. Sin embargo se le niega tanto apoyo, se le niega reconocimiento. El sistema es injusto con la gente que se dedica a trabar el campo, una de las labores más nobles y más difíciles, producir alimentos”.
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