Integrante de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, el doctor Roberto Casas es palabra más autorizada para incorporar en el debate sobre el ajuste del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria). Durante muchos años fue director del Centro de Investigacion de Rcursos Naturales del INTA y actualmente se desempeña como director del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo (PROSA–FECIC) y como docente universitario.
Casas envió esta nota de opinión a la redacción de Bichos de Campo, que gustosamente compartimos con nuestros lectores:
En las últimas semanas venimos leyendo y escuchando notas periodísticas y reportajes a funcionarios de alto rango que se refieren al plan de ajuste del INTA, que hacen referencia al peso que el presupuesto institucional ejerce sobre el erario público, a las tierras y edificios “subutilizados” y a la necesidad de una reducción de su planta de personal.
El INTA fue creado el 4 de diciembre de 1956 por Ley 21680 con el objetivo de “impulsar y vigorizar el desarrollo de la investigación y extensión agropecuaria y acelerar con los beneficios de estas funciones fundamentales la tecnificación y el mejoramiento de la empresa agraria y de la vida rural”. En su artículo primero continúa diciendo: “Será un órgano autárquico del Estado, que podrá desarrollar su acción en todo el territorio de la Nación y que sus relaciones con el Poder Ejecutivo serán mantenidas por intermedio de la Secretaría de Estado de Agricultura y Ganadería de la Nación”.
Durante sus años de vida como integrante del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación ha sido una institución que ha funcionado como motor del desarrollo nacional, generando conocimientos y tecnologías a través de sus sistemas de extensión, información y comunicación, desarrollando capacidades para el sector agroindustrial argentino.
Llama poderosamente la atención la pequeñez discursiva que se plantea por parte de algunas autoridades nacionales, al referirse al rol que cumple actualmente la institución centrando el análisis y opiniones en los edificios, campos y planta de personal, pensando solamente en el ahorro que representará para el estado una reducción del mismo. Una primera información que debieran disponer al respecto es que así no funciona ningún sistema de ciencia y tecnología en el mundo. Por el contrario, los países que más han crecido y desarrollado son los que más han invertido en el sector.
Muy poco se ha informado al público en general, de las actividades que se llevan a cabo en los campos del INTA, trascendentes para la economía y el desarrollo del país. Se manejan cifras de miles de hectáreas como patrimonio institucional sin considerar que este aspecto, si bien relevante, es menor en relación a la importancia que las mismas representan para cada región y para el país, que el INTA disponga de campos experimentales, demostrativos y para conservación de colecciones vivas de germoplasma, de valor estratégico para la Argentina. Sin duda se observa un marcado desconocimiento sobre el rol de estas tierras, cuya resultante final es el aumento de la producción agropecuaria nacional y un mayor ingreso de divisas para el país.
Una de las actividades relevantes llevadas a cabo en los predios de la institución es la red de bancos de germoplasma, distribuidos desde Jujuy hasta Tierra del Fuego e incluso en la Antártida, los que conservan material genético de diferentes especies vegetales, permitiendo rescatar cultivos originarios que constituyen un verdadero “arca de Noé de las especies vegetales” y mejorar la genética de los principales cultivos.
A su vez la red de ensayos de larga duración del INTA constituida por una serie de ensayos dispuestos en todo el país, brindan información muy sólida sobre lo que ocurre a nivel de sistema productivo, cuando se implementan diferentes prácticas, tanto agrícolas como ganaderas.
Estos son solo unos pocos ejemplos de las acciones desarrolladas por el INTA en sus campos experimentales y que llegan al sector agropecuario a través de reuniones, jornadas, publicaciones, consultas personales, videos, programas de radio y televisión, páginas web y redes sociales.
El producido de todos estos campos, contribuye además al funcionamiento institucional, con el debido control social por parte de los Consejos de los Centros Regionales, en los cuales están representados los productores agropecuarios, provincias, sector científico-académico y el Consejo Directivo Nacional. Debemos puntualizar que gran parte de los conocimientos y tecnologías se han desarrollado en los campos de las unidades experimentales que hoy están bajo la lupa, sin los cuales hubiera sido imposible llevarlos a cabo.
En cuanto a la plante de recursos humanos de la institución, otro de los aspectos cuestionados, se considera de fundamental importancia fortalecer la formación de investigadores, entendiendo que siempre ha sido (y continuará siendo) una de las prioridades estratégicas para el país.
Los retiros voluntarios atentan contra la continuidad del sistema ya que en general emigran los investigadores formados. La formación de un investigador demanda muchos años y es dependiente a su vez de otros investigadores que puedan trasmitir sus conocimientos, experiencias y vivencias. Si esta secuencia se interrumpe quedarán “huecos generacionales” que afectarán la calidad institucional y en definitiva, el crecimiento y desarrollo del país. Lo hemos sufrido en épocas pasadas no tan lejanas.
A menudo, esta situación no es percibida con claridad al momento de tomar decisiones sobre la planta de profesionales formados o becarios, dado que los perjuicios no se perciben en lo inmediato, pero que inexorablemente llegan con el tiempo. Es por esta circunstancia, que se deben privilegiar las decisiones institucionales más adecuadas para preservar la planta de profesionales formados (en los que la institución y el país invirtieron mucho dinero) y asegurar la continuidad de los becarios que representan y aseguran el mantenimiento de la calidad de la investigación, la extensión y la innovación tecnológica.
Dar certezas y achicar incertidumbres en materia de recursos humanos, es fundamental para que investigadores y extensionistas puedan continuar con su tarea profesional específica, con la calidad y entusiasmo que constituye el verdadero “tesoro” de la institución.
En las próximas décadas, la producción de alimentos deberá adaptarse a una demanda creciente, con una población mundial que se estima alcanzará los 10 mil millones de personas en 2050. Este desafío requiere estrategias innovadoras que permitan aumentar la productividad agropecuaria de manera sostenible, a fin de optimizar el uso de recursos. El seguimiento de las huellas ambientales se está expandiendo a nivel internacional hacia productos y servicios de todo tipo, incluidos los de origen agropecuario, las que podrán ser utilizadas para justificar medidas paraarancelarias.
El contexto cada vez más exigente en cuanto al cuidado del ambiente, en combinación con una creciente demanda de alimentos, implicará la necesidad de rediseñar y modificar el manejo de los agroecosistemas, requiriendo más conocimientos e innovación continua. Las tendencias mundiales que se observan en los últimos años señalan que la gestión ambiental en los países, tendrá consecuencias directas y prácticas sobre el intercambio comercial que puedan llevar a cabo.
A manera de ejemplo vale la pena mencionar que recientemente la Unión Europea publicó la categorización de riesgo de los diferentes países en el marco de las acciones que impulsa por la Normativa 1115/2023, anunciando que la Argentina, fue clasificada como de riesgo estándar, entre otros países del planeta. La clasificación de riesgo determina el grado de controles que las autoridades de los Estados miembros de la Unión Europea prevén entre los operadores que se abastecen con productos agropecuarios de diferentes países. En función de ello, abastecerse de países de bajo riesgo implica obligaciones simplificadas para los operadores y comerciantes, dejando a países de riesgo estándar y alto en una situación de desventaja comercial frente a los primeros.
La situación planteada no debe considerarse como una amenaza sino como una oportunidad para la Argentina. Si somos capaces de actuar rápidamente en la formulación y aplicación de políticas y controles ambientales consistentes, seguramente obtendremos ventajas comerciales a futuro. Dicho en otras palabras, una adecuada gestión del ambiente y uso de los recursos naturales se ha convertido en una exigencia del comercio internacional, por lo que los países que apliquen políticas ambientales rigurosas, exigen que también lo hagan el resto de los mismos, a riesgo de impulsar sanciones comerciales. En este contexto, la incorporación de nuevas tecnologías en el agro se presenta como una alternativa clave para garantizar la seguridad alimentaria global con cuidado del ambiente y en este campo el INTA tiene mucho para ofrecer al país: solo es cuestión de obrar con inteligencia.
Si bien es real la necesidad de un achicamiento del estado, tengamos en cuenta que cuando se aplica la “motosierra” en forma indiscriminada, se cortan ramas secas inútiles, pero también brotes y frutos que permiten un mayor crecimiento y desarrollo posterior.
La Argentina es uno de los pocos países del mundo aptos para expandir la oferta de alimentos, debido a sus condiciones agroecológicas y estructura productiva. El INTA es una institución que ha contribuido y contribuye en forma significativa a mejorar la productividad, competitividad y sustentabilidad del sector agropecuario argentino.
Hay una expresión en el deporte que dice que “equipo que gana no se toca” y que debería aplicarse también a las instituciones. Al INTA le cabe plenamente esta expresión.
Ing. Agr. Roberto R. Casas
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