Por Lisandro Pacioni – Fundador y CEO de Malevo
En el campo, no alcanza con hacer las cosas. Hay que hacerlas cuando corresponde. Y esa diferencia –de días– trae aparejados millones de toneladas perdidas.
Estudios de campo y reportes técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) y asesores privados estiman que entre el 10% y el 20% del rinde potencial se pierde cuando las labores se realizan fuera de la ventana óptima.
Así, tomando un valor conservador del 15% como promedio nacional, el impacto económico es alarmante.
Según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Argentina produjo en la campaña 2023/24 unas 143 millones de toneladas de granos. Si asumimos una pérdida promedio del 15% por labores fuera de tiempo, estamos hablando de 21,5 millones de toneladas que se pierden por falta de coordinación.
Con precios promedio de US$ 170 por tonelada (MAGyP, junio 2024), la cuenta es clara: US$ 3.655 millones que se esfuman cada año.
DE LA SIEMBRA A LA COSECHA: ¿CUÁNTO PIERDE EL AGRO?
En este contexto, la pregunta es: ¿Pero cómo se genera exactamente esa merma?
Siembra fuera de fecha: menos rinde, más riesgo
El momento de siembra define el entorno climático en el que se desarrollará el cultivo. Una ventana de apenas 10 o 15 días puede marcar la diferencia entre un ciclo ideal y uno estresante.
Estudios del INTA Manfredi muestran que sembrar maíz fuera de fecha puede reducir el rinde entre un 20% y un 32%. Lo mismo ocurre con soja: el cultivo pierde potencial y queda más expuesto a golpes de calor o heladas tempranas.
Además, la siembra tardía incrementa los costos indirectos: más presión de malezas, mayor riesgo sanitario y menor eficiencia en el uso del agua.
Pulverización tardía: tratamientos que llegan cuando ya no sirven
La aplicación de fitosanitarios también está atada al tiempo. Pulverizar fuera del momento ideal no solo baja la eficacia: muchas veces obliga a repetir el tratamiento, duplicando costos y estrés sobre el cultivo.
Un estudio de Aapresid reveló que, en aplicaciones tardías, la eficacia de control de malezas cae entre 40% y 70%. En insecticidas, la pérdida de oportunidad puede significar daño irreversible sobre el rinde.
Además, pulverizar fuera de tiempo puede generar más residuos en el grano, mayor riesgo de deriva y problemas ambientales o normativos.
Tecnología en el agro: lo que falta no es innovación, es acceso
Cosecha con demora: humedad, calidad y kilos perdidos
Asimismo, cada día de demora puede significar desgrane natural, brotado o caída de plantas. También se pierde humedad comercial: si se esperaba cosechar al 13%, se termina en 10%, y eso es peso que ya no se vende.
Según el INTA Balcarce, una demora de 5 a 7 días con clima inestable puede causar pérdidas de entre 5 y 8 qq/ha. Si se extiende, puede superar los 10 qq/ha, equivalentes a más de US$ 150 por hectárea.
A eso se suma la caída en calidad del grano, afectando bonificaciones o generando rechazos de acopios e industrias.
El problema no es agronómico: es logístico
Lo más alarmante es que esta pérdida no se debe a malas prácticas técnicas. En la mayoría de los casos, los productores saben perfectamente qué hacer y cuándo hacerlo.
Lo que falta es disponibilidad operativa: una sembradora libre cuando se necesita, una pulverizadora que llegue a tiempo, una cosechadora que no esté en otra campaña.
Hoy, ese cuello de botella se resuelve con llamados, promesas, mensajes de WhatsApp y mucho estrés. Todo esto, en uno de los sectores más tecnificados del país.
¿CÓMO RESOLVER ESTOS PROBLEMAS EN EL AGRO?
Bajo este panorama, lo que debe recordarse es que la tecnología ya resolvió este problema en otros sectores. Entonces, ¿por qué no en el agro?
Así como Uber reorganizó el transporte urbano y Rappi optimizó la entrega de comida, el campo necesita una solución que digitalice la contratación de servicios: que permita prever demanda, organizar la oferta y asegurar que cada labor se haga cuando hay que hacerla.
La digitalización no es una opción. Es una necesidad.
Algunos desarrollos tecnológicos locales comienzan a abordar este problema desde una perspectiva distinta: la gestión de los tiempos y los recursos.
Malevo, por ejemplo, es una plataforma que propone ordenar la contratación de servicios agrícolas. no busca reemplazar a nadie, sino ordenar el caos y resolver este descalce estructural.
No se trata simplemente de apps o plataformas, sino de que el agro busque respuestas por fuera de los esquemas tradicionales. Se trata de que cada productor pueda contratar, incluso a sus prestadores de siempre, pero con respaldo, trazabilidad y —sobre todo— en tiempo y forma.
Porque en el campo, como bien sabemos todos: el timing no es un lujo. Es el negocio.
Y perderlo, nos cuesta demasiado.