En el patio de su casa de Malabrigo, la joven ingeniera Eliana D’Ascanio diseñó y construyó un prototipo para acuaponia, que permite producir peces y verduras con mínimo consumo de agua y en poca superficie

En 2020, el mundo se detenía con la epidemia de coronavirus. Pero en el patio de su casa de Malabrigo, en el norte santafesino, la joven Eliana D’Ascanio ponía manos a la obra y comenzaba con el diseño y la construcción de un complejo sistema de acuaponia, que le permite producir hoy tanto verduras de hoja como peces. Ahora que sabe al detalle cómo hacer funcionar ese revolucionario sistema, esta ingeniera ambiental recibida en Rosario ahora sueña con conseguir un socio para levantar una planta en su ciudad y “escalar” los volúmenes producidos.

Es raro entrar a una casa común y corriente de Malabrigo y encontrarse con la combinación de técnicas de hidroponia para producir plantas (en este caso lechugas, pero podrían ser otras verduras de hoja) y de acuicultura para criar peces (en este caso pacú) en un sistema cerrado que ahorra un 90% del consumo de agua y que además, en el caso del prototipo diseñado por Eliana, funciona con energías renovales, unos paneles solares instalados en el techo de su propio cuarto.

Pero esto es talento argentino del bueno. Esta es la entrevista con Eliana D’Ascanio:

El experimento que lleva adelante Eliana desde 2020 y perfecciona constantemente es parte de su proyecto de tesis de maestría que cursa en la Universidad Nacional de Rosario.

“Tengo un perfil emprendedor, y desde que empecé a escuchar sobre este tema de la acuaponia me interesó un montón y empecé a idear proyectos en mi cabeza, empecé a hacer pruebas y a conseguir fondos. Hoy en día tengo esto y puedo decir que es algo que funciona y tiene buenos resultados”, nos dice la investigadora.

“La planta piloto”, como prefiere llamarla D’Ascanio, tiene como valor agregado un aprovechamiento óptimo del agua y un uso máximo de los nutrientes provenientes de la excreta de los peces, que luego resultan beneficiosos para el crecimiento de las plantas y reemplazan las sales habituales que se utilizan como nutrientes en los establecimientos de hidroponia tradicionales.

“Esto es un sistema cerrado, donde se trata de evitar el recambio de agua, la que se trata con filtros y ozonizadores, y se recircula a un sistema de cultivos. Se llama flujo laminar de nutrientes y en este caso crecen plantas de lechuga”, explica la ingeniera.

-Esto tiene mucho de tu inventiva. ¿En que consiste este sistema de acuaponia?

-Este un sistema que emplea los principios del sistema cerrado de acuicultura, donde como parte del tratamiento del agua se cultivan las plantas para poder retirar el nitrato que contiene el agua. El agua debe tener adecuado nivel de oxígeno y temperatura. Lo principal es eliminar el amoníaco (nitritos y nitratos), que no es más que el exceso de nutrientes en el agua y que le hace mal a los peces. Sin embargo, ese nitrógeno que se genera termina siendo un nutriente y es muy importante  para las plantas.

El prototipo se visualiza como una especie de laberinto y está compuesto por varios filtros. Fue diseñado por Eliana bajo la supervisión de sus tutores de estudios, quienes también enriquecen con sus aportes el proyecto.

“Tenemos un filtro de cuarzo y antracita, como los que se utilizan en las piletas, cuya función es remover los sólidos. Después hay un biofiltro, relleno con biosferas, y su función es generar superficie de contacto para un grupo de bacterias que convierten el amoniaco tóxico para los peces, en nitrato para las plantas”, describe Eliana.

Por supuesto y como parte de las exigencias de un proyecto académico, a este prototipo no se le escapa ningún detalle, por eso también cuenta con un ozonizador que garantiza higiene en todo el sistema. “Tiene la función de desinfectar el agua y evitar la aparición de virus, bacterias y hongos que puedan provocar alguna enfermedad a los peces”.



-¿Nunca le agregás agua a este sistema?- le preguntamos a Eliana.

-Se agrega agua porque hay que mantener un nivel. Hay gran parte del agua que se evapora y otra parte se pierde durante el retrolavado (limpieza de filtros). Acá circulan 7 mil litros de agua y agregamos entre 100 y 150 litros por semana.

Luego de casi tres años en funcionamiento, la joven ingeniera y futura máster ha ido observando y anotando todos los rendimientos productivos del sistema de acuaponia. ”Desde que inicié, este es el tercer grupo de peces que tengo en los estanque. El pacú es una especie muy eficiente que convierte rápidamente 250 gramos de alimento balanceado diario en carne”, dice. Las plantas de lechuga, que serían el otro rubro comercial del proyecto, también son objeto de estudio y se miden en sus niveles productivos.


-¿Y cuándo termina tu experimento?

-El experimento termina cuando se consigan los fondos para escalar, independientemente de la maestría. Mi idea es construir una réplica ampliada y mejorada de todo esto, para hacer algo comercial y no solo dejarlo en la acuaponia, sino combinarlo con cultivos en tierra. La acuaponia es una tecnología que está buena, pero en esta zona contamos también con suelos. Por eso la idea es desarrollar también cultivos de forma agroecológica.

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