La presentación de un informe preocupante sobre el estado de cosas de la agricultura y el desarrollo rural en las Américas, que incluye datos lapidarios y una proyección nada optimista de lo que va a suceder los próximos años, desencadenó un pedido del gobierno de la Argentina para que, con el liderazgo de Estados Unidos y Brasil, la región haga esfuerzos para reforzar el multilateralismo y amortiguar las crecientes restricciones al comercio que se toman, especialmente con argumentos climáticos.
En la última jornada de la Junta Interamericana de Agricultura (JIA), que agrupa a ministros de los 34 países del continente, el representante argentino Ariel Martínez, que ocupa la subsecretaría de Coordinación Política en la Secretaría de Agricultura, planteó la preocupación del país porque, frente a un menor crecimiento de la economía a nivel global, “los distintos bloques comienzan a tomar decisiones al interior de esos bloques”, que muchas veces vulneran acuerdos preestablecidos para facilitar el comercio de alimentos, una de las claves de la seguridad alimentaria global.
“Estas restricciones que se toman en nombre del cuidado del medio ambiente no van a traer ninguna mejora al ambiente, pero es muy posible que las consecuencias sean una mayor disparidad entre países ricos y países pobres, y las personas con bajos recursos van a tener menor posibilidad de acceder a los alimentos. Esta debe ser nuestra preocupación”, reclamó Martínez luego de que se presentara a los ministros de la región el documento Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas 2023-2024, elaborado en conjunto por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
El informe remarca que, por diferentes razones, América Latina y el Caribe ha sufrido en los últimos diez años (2014/2023) de un desempeño económico peor inclusive al de la llamada “década perdida” de los años 80, con un crecimiento promedio de apenas 0,8%. Luego proyecta para 2023 un crecimiento del 1,7%, mientras que para 2024 se espera un crecimiento de 1, 5%, que son muy tenues como para recuperar los tiempos perdidos.
“Este bajo crecimiento regional puede verse agravado por los efectos negativos de una agudización de los choques climáticos, si no se realizan las inversiones en adaptación y mitigación al cambio climático que requiere la región, sobre todo en la agricultura y en los sistemas agroalimentarios”, advirtió el documento.
De acuerdo con la publicación, estas crisis están empujando a más personas a la pobreza extrema y al hambre, lo que ha llevado a un retroceso de más de 15 años hasta los niveles observados en 2005. Los datos indican que 43,2 millones de personas en ALC, un 6,5% de la población, padecen hambre, y 201 millones de personas (32,1%) viven en situación de pobreza. Se revela también que el 21,2% de la población en las zonas rurales experimentó pobreza extrema en 2022, comparado con el 10,9% en las zonas urbanas.
En este contexto, el representante de la Argentina reclamó enfrentar las mayores restricciones al comercio que tratan de imponer las naciones más desarrolladas, en especial desde Europa, justificadas en el cambio climático y el calentamiento global. Para Martínez, esas nuevas exigencias al comercio “de ninguna manera van a resolver la crisis climática, sino que van a sumar al problema climático un problema de acceso a los alimentos y de distribución del ingreso”.
Un comercio más fluido, desde la perspectiva de una región que concentra más del 30% de las exportaciones de alimentos del mundo (con Estados Unidos y Brasil a la cabeza, pero también con una significativa participación de la Argentina) es para los ministros de Agricultura una de las formas de generar movilidad social y desarrollo en las áreas rurales de América Latina.
Según el documento internacional, las exportaciones agroalimentarias latinomericanas y caribeñas crecieron a tasas que superaron 2,6 veces el crecimiento mundial de 2020 y 1,7 veces el de 2022.
El informe deja ver que la agricultura regional ha desempeñado un papel importante como estabilizador de los mercados; y que de lo contrario los impactos negativos de las crisis podrían haber sido mucho más intensos. Ese papel estratégico se explica en parte por el hecho de que la agricultura regional representa aproximadamente el 22% de las exportaciones de mercancías, alrededor del 5% del PIB y da empleo al 15% de la población.
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