Bichos de Campo es un medio dedicado a la política y la producción agropecuaria. No publica este tipo de notas porque el funcionario de turno le caiga bien o mal, o por motivaciones políticas, y mucho menos para hacer daño. Se escribe simplemente porque son datos de la realidad que llegan a nuestro poder y creemos que deben ser conocidos por la población. Son nuestros lectores los que deben juzgar si los hechos que contamos están bien o mal.
Lo que tenemos para contar ahora es que el subsecretario de Ganadería de la Nación, el veterinario José María Romero, tiene a sus dos hijos trabajando dentro del Estado, y a ambos en áreas cercanas a su área de incumbencia.
Sin formación profesional en la materia, Manuel Romero es empleado administrativo contratado en el área de inocuidad del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), mientras que su hermana Agustina Romero ha sido contratada recientemente por su propio padre, como consultora externa. Es decir, trabajaría a sus órdenes.
El propio subsecretario de Ganadería, que ha ocupado ese cargo durante toda la gestión del presidente Alberto Fernández y sobrevivió a tres gestiones (la de Luis Basterra, la de Julián Domínguez y ahora la de Juan José Bahillo), confirmó a este medio la veracidad de la información, aunque relativizó la gravedad del asunto.
Dijo que su hijo trabaja en el Senasa desde hace varios años en un cargo administrativo. “Ingresó cuando yo no estaba en la función e incluso en el gobierno que continuó, que era de otro signo político. Yo no he influido para nada”, contó.
Romero, quien proviene de ser decano de la Facultad de Veterinarias de la Universidad Nacional de La Pampa, fue vicepresidente del Senasa entre diciembre de 2011 y diciembre de 2013. Su hijo Manuel Ignacio logró un contrato que mantiene hasta ahora aprobado por un comité de selección que sesionó el 18 de noviembre de 2015, es decir pocos días antes del cambio de gobierno entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
De todos modos puede ser que exista un contrato anterior. En su currículum en Linkedin, el propio Manuel dice que lleva trabajando en el organismo sanitario desde antes que ese concurso, y allí él mismo coloca como fecha de ingreso al organismo el mes de agosto de 2013, es decir cuando su padre todavía estaba en funciones como vicepresidente.
Romero fue echado de la vicepresidencia del Senasa en noviembre de 2013, y en medio de esa situación protagonizó un fuerte cruce, que incluyó trompadas e insultos, con Marcelo Miguez, ex presidente de esa institución que también había sido desplazado del cargo.
Pero el caso que podría resulta más cuestionable es el de Agustina, la hija. Desde hace más de un año cobra un contrato como consultora a través de la Fundación ArgenInta, que la Secretaría de Agricultura utiliza mucho para desviar dinero del presupuesto y manejarlo sorteando algunas exigencias burocráticas y de transparencia.
En el primer trimestre de este año, según documentos obtenidos por Bichos de Campo, cobraba honorarios de 260 mil pesos por mes, bastante por encima de los retrasados sueldos estatales. Las órdenes de pago eran firmadas por su propio padre, el subsecretario de Ganadería de este gobierno.
Ante la consulta pertinente, la Fundación ArgenInta se negó a confirmar esta contratación (lamentablemente ese organismo no revela habitualmente el listado de todos sus contratos). Pero el propio Romero confirmó su existencia y su vigencia hasta la actualidad.
El funcionario explicó a Bichos de Campo que él necesitaba una persona de su más absoluta confianza para administrar sobre todo algunas cuestiones sensible de su área, como las tratativas con las provincias que solicitan fondos en el marco del Plan Ganar, un desordenado plan ganadero lanzado por la gestión del ex ministro Domínguez.
“Si hubiese querido esconder algo hubiera hecho figurar en ese contrato a algún amigo, como se estila mucho en la administración pública. No lo hice y la puse a ella. Me pareció más honesto que sea así, de modo transparente. Creo que la honestidad me terminó perjudicando”, dijo el alto funcionario.
La designación de hijos en la estructura del ex Ministerio de Agricultura es lamentáblemente mucho más frecuente de lo que se piensa, casi una costumbre generalizada. Lo han hecho altos funcionarios como el propio Domínguez, Lorenzo Basso o Carlos Milicevic. Pero en la mayoría de los casos, vale decirlo, las herederas van a trabajar y hasta cumplen importantes funciones.
Lo cierto es que Agustina tiene un contrato vigente para asesorar a su padre sin tener ninguna experiencia en la materia ganadera: le falta un año parta recibirse de licenciada en relaciones públicas y psicología. Las fuentes que brindaron a este medio la información dijeron que no iba a trabajar al edificio de la Secretaría de Agricultura. Su padre replicó que lo hacía periódicamente y que su tarea era clave pues ella era su “colaboradora directa” y su “mano derecha” en el manejo de ciertos expedientes.
-¿Y no tiene dentro de la Secretaría de Agricultura (donde trabajan más de 7.000 personas) otro personal al que asignarle la tarea?
-La verdad es que no. En el área Bovinos de la Subsecretaría de Ganadería tengo apenas a dos personas trabajando que claramente no son suficientes.
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