La ex presidenta del INASE advirtió del daño que la motosierra de Milei haría a la política pública sobre semillas: “El instituto no utiliza impuestos de la gente”, aclaró Silvana Babbit

El Instituto Nacional de Semillas (INASE) es otro de los organismos donde se aguarda con preocupación la publicación del próximo decreto redactado por el ministro Federico Sturzenegger que introducirá cambios en su funcionamiento. Al igual que con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el gobierno promete aplicar toda la fuerza de la motosierra para rebajarlo a una Dirección Nacional, quitarle así su autarquía y achicar su actual planta de menos de 240 agentes.

A pesar de ser un organismo de referencia en la fiscalización y el control de la calidad e identidad de la semilla, tanto a nivel nacional como internacional, así como tener a su cargo la protección de la propiedad intelectual de las creaciones fitogenéticas, INASE fue históricamente un instituto chico.

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Creado por el Decreto 2817 de 1991 para ser autoridad de aplicación de la Ley de Semillas, el organismo ya sufrió en el año 2000 su cuasi disolución, luego de la publicación del Decreto 1104 del gobierno de Fernando de la Rúa, que con ánimos de ahorrar dinero le quitó la autarquía y lo subyugó a la Secretaría de Agricultura. Fue recién en 2004, a través de la Ley 25.845 sancionada por el Congreso, que recuperó su autonomía y funciones originales, y que comenzó expandir su presencia territorial aunque sin sumar gran cantidad de agentes.

Eso es algo que recuerda bien la ingeniera agrónoma y ex presidenta de ese Instituto, Silvana Babbit, que ingresó en el laboratorio de Fitopatología de la Dirección de Calidad de INASE en esos años.

“Inase tiene 237 agentes, de los cuales 55% son profesionales, y no todos son agrónomos. Es un organismo muy pequeño en comparación al Senasa y al INTA, y en mi gestión como presidenta yo hice un saneamiento de la Institución, por lo que no se entiende que se hable de racionalización. Siempre se dijo que el Inase necesitaba más gente para poder cumplir todos los alcances de la Ley de Semillas en todo el territorio nacional, que es enorme”, dijo a Bichos de Campo Babbit, que hoy continúa como investigadora dentro de la Facultad de Agronomía de la UBA.

Fue desde 2005, bajo la gestión del ingeniero José Luis Russo, que INASE comenzó a llevar adelante un proceso de regionalización, que implicó la apertura de oficinas y relocalización de agentes por todo el país, con el objetivo de trabajar en forma extensiva y cercana con el productor.

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En aquel entonces, Babbit encabezaba la oficina de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires, desde donde llegó a ser referente del Programa Nacional de Prevención del HLB dentro de Agricultura. Su primer salto de escalafón dentro del Instituto llegó en 2021, cuando fue nombrada como Directora Nacional de Desarrollo de Semillas y Creaciones Fitogenéticas.

Luego, tras la salida de Obdulio San Martin de la presidencia del INASE en 2022, Babbit asumió como titular, cargo que dejó en mayo de 2024.

“Cuando yo asumí había un informe que había encargado San Martín al área de empleo de la Nación, para ver si estábamos con subdotación, sobredotación o si estábamos en el óptimo nivel, con el que me autorizaron a incrementar la planta en un 30%”, recordó ex funcionaria.

“Me produjo una alegría enorme porque soy consciente de que no alcanzábamos. Por ejemplo, nos faltaba una persona para inscribir híbridos de maíz, un cultivo importantísimo. ¿Cómo no iba a tener un técnico para eso?”, relató Babbit, que señaló que nunca llegó a aumentar el personal en esa cantidad previo a su salida del organismo.

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En cuanto a los recursos con los que se financia el INASE, uno de los principales argumentos empleados por quienes impulsan el ajuste, la ex titular afirmó: “El instituto no utiliza impuestos de la gente que no tiene nada que ver con el sector agropecuario, sino que se nutre con los aranceles pagos en forma anual por los laboratorios de semillas, los criaderos, los multiplicadores, los obtentores, y siempre fueron muy bajos”.

-¿Qué se perdería en caso de centralizar al INASE?– le preguntamos a Babbit.

-INASE se caracterizó siempre por tener un cara a cara con el productor y el semillero. Son unos 2.400 operadores inscritos en el Registro Nacional de Comercio, y esa relación se perdería porque en la Secretaría no conocen a los semilleros, multiplicadores, criaderos, viveristas, etc. También se perdería operatividad y ejecutividad, porque ante operativos urgentes de control de comercio, la firma tendría que venir desde Economía. Y ni hablar el tema de tecnología. Nosotros estamos a cargo de fiscalizar los transgénicos todavía no aprobados por la Comabia. Si se pierden esos controles, ¿a mí quién me dice que no van a empezar a circular por el territorio nacional eventos transgénicos no autorizados en el circuito comercial, que provoque un cierre de, por ejemplo, exportaciones?

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En este sentido, la agrónoma recordó que Argentina tiene un destacado estatus a nivel internacional, y lo ejemplificó mencionando que el país es miembro de la Internacional Seed Testing Association (ISTA), desde su fundación en 1927.

“Nuestro laboratorio se acredita cada tres años allí, y el año pasado lo hizo por novena vez. El director de calidad que está a cargo del laboratorio es miembro del Comité Ejecutivo de la ISTA, que tiene 10 miembros en todo el mundo y uno es argentino. Él logró, por ejemplo, que tengamos manuales de análisis de semillas traducidos al castellano. Lleva la voz de países latinoamericanos a una organización que está con sede en Ginebra, que obviamente tiene una mirada eurocéntrica”, señaló.

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-¿Por qué crees que se busca avanzar con el ajuste en INASE? ¿Se desconoce cómo funciona y su relevancia?

-Me consta que le han transmitido a (Federico) Sturzenegger la importancia de las agencias de regulación y la importancia de que exista INASE, que el sector privado siempre demandó fortalecer en todos los gobiernos. Pero creo que la necesidad en la motosierra, de mostrarle a la ciudadanía que están recortando, supera la lógica de lo que todos creemos que es necesario de un organismo de fiscalización y de promoción de la producción de semillas. Creo que una necesidad ideológica, impuesta por el presidente Milei. Yo creo firmemente en el Estado, y a los países a los que les van mejor en el mundo, son países con un Estado presente y fuerte, lo que no significa grande. Las regulaciones son necesarias, pero hay una falta de entendimiento de lo que es una semilla.

-El perjuicio que el achique de INASE pudiera generar en Argentina, ¿es una transformación de la que costaría mucho regresar?

-Siempre uno tiene esperanza de recuperarse, pero va a ser muy difícil. El sector privado va a perder muchísimo, va a perder operatividad. Y además hay que saber que la gente se está yendo, porque los sueldos son muy bajos. Tenemos profesionales que inscriben variedades por 800 mil pesos por mes, y los que cobran el suplemento, ronda el millón cuatrocientos mil. Los están tentando desde el sector privado.

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