Con 29 y 22 años respectivamente, Sofía y Octavio Hill son los jóvenes productores que hoy llevan la batuta de la cabaña Hereford “El Refugio”, una referente de esa raza bovina en la provincia de Entre Ríos.
La tarea, que desde algún tiempo desarrollan con cintura gracias al apoyo de colegas y de todo el personal de la empresa familiar, llegó a ellos luego del fallecimiento de su padre, Enrique Hill, quien llegó a desempeñarse como presidente de la Comisión Zonal Hereford Mesopotámica.
Pero aún con esas duras circunstancias, aquella herencia logró calar hondo en ellos y hoy se transformó en una pasión compartida entre hermanos.
“Esto viene desde nuestro bisabuelo, que vino de Nueva Zelanda y se instaló acá. Él ya venía con cabaña de ovinos. Era una producción mucho menos intensiva y puramente ganadera. Después la siguió nuestro abuelo y la heredó papá a los 22 años, también jovencito, porque su padre falleció. Se vino desde Nueva Zelanda, porque después de la secundaria viajó para allá, para hacerse cargo del campo junto con a madre”, contó Sofía durante una charla con Bichos de Campo.
Si bien la estancia todavía mantiene los viejos corrales preparados para las ovejas, ya en tiempos de Enrique esa producción no continuó. Por el contrario, el negocio se centró principalmente en la producción de animales Hereford, a la que se le sumó con los años algo de agricultura para lograr un autoabastecimiento de alimento.
“La raza es también algo heredado. Viene de familia y papa era un enamorado de ella. Sabía absolutamente todo. Le apasionaba y la estudiaba. Los domingos en familia eran de salir a recorrer, así que lo venimos mamando desde chicos”, comentó la productora.
Pero aún con esta tradición, luego del secundario los hermanos optaron por carreras universitarias. Sofía se recibió de psicopedagoga, profesión que ejerció durante cuatro años en Rosario; y Octavio apostó a la carrera de Administración de Empresas y a la tecnicatura en Producción Agropecuaria. Su regreso al campo y al contacto con la actividad del negocio familiar se dio durante la pandemia.
El Refugio cuenta hoy con unas 3200 hectáreas y unos 3000 animales, entre aquellos destinados a cabaña y a rodeo general.
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“La verdad es que además de haberlo heredado, esta es una raza que siempre nos gustó. Es versátil, mansa y fácil de manejar. Era típico despertarme y ya tener la revista de papá en la cara, preguntándonos qué opinábamos de tal toro. Y nosotros seguimos con eso”, afirmó Octavio a Bichos de Campo.
“Papá se manejaba de tal forma que nosotros lo fuimos viendo, y con el paso del tiempo y de nuestras propias experiencias decidíamos si nos gustaba hacerlo de esa o de otra forma”, señaló a continuación.
Uno de los primeros cambios que impulsaron los hermanos fue el de volver a animales de frame más chico, ya que su padre había alcanzado a terminar algunos lotes en torno a los 600 kilos.
“Fue una de las decisiones principales de la ganadería, el achicar un poco el frame para que sea más eficiente, tener una mejor mantención de los animales, lograr animales más pastoriles también, que puedan sobrevivir y adaptarse mejor al campo. Yo supongo que, después de una larga charla, él habría aceptado la sugerencia. Hubiese costado pero quizás lo tomaba con la justificación de la eficiencia en la productividad”, sostuvo Sofía entre risas.
En este trabajo resultó clave el apoyo del equipo de la empresa, que en algunos casos llevan más de 25 años dentro de ella.
Uno de los próximos objetivos de los hermanos es retomar los remates de toros de su padre, que eran muy conocidos en la zona. “Nosotros producimos toros para nuestro servicio y también para la venta. Antes papá hacía mucha cantidad de toros, unos 60, y tenía su remate anual que se llevaba a cabo en Sauce. Con sequía y con esta reorganización del manejo que conllevó la herencia achicamos un poco el número. Para este año hicimos 30 toros”, señaló la ganadera.
-Algo interesante es que se organizaron las tareas de tal forma que uno le pone más cabeza a la ganadería y otro más a la agricultura. ¿Por qué motivo fue?- le preguntamos.
-Sofía: Fue por cuestiones de organización y esa organización se fue dando por los gustos de cada uno. Fuimos eligiendo distintas tareas y obviamente como en todo rubro hay cosas que por ahí no nos gustan, pero bueno, hay que hacerlas. Fue dándose así para no pisarnos entre nosotros, para que la gente tenga un referente, para que el ingeniero agrónomo tenga un referente y el veterinario tenga otro. Es para ir llevando más fácil el día a día.
-Ustedes generan su propio alimento, ¿pero proyectan eventualmente crecer y vender?
-Octavio: Ahora lo que yo estoy manejando son las pasturas y todo el tema de la rotación de los cultivos dedicados para la ganadería. La producción de soja, maíz y trigo está tercerizado. Estamos queriendo primero agarrarle la mano, agarrar confianza nosotros y después agarrar el el circo completo. Ya la campaña que viene nos toca hacernos cargo a nosotros. Es algo en lo que voy a estar más metido yo. Me gusta la ganadería, por supuesto, pero la agricultura me gusta más. Y sí, parte de la producción va a estar destinada para la alimentación y la terminación de novillos, y si se puede comercializar afuera, bienvenido sea.
-La pregunta que decanta es si finalmente encuentran placer en hacer esto, si se sienten felices aún con el desafío que implica.
-Sofía: Sí, la verdad que sí. Estamos súper motivados. Como decíamos más temprano nos criamos acá, estamos trabajando en familia, tenemos un equipo atrás que también que nos sostiene. Todo eso hace a un combo que nos encanta. Yo personalmente estoy chocha de estar acá.
-Octavio: Sí, es trabajar en el patio de casa, donde nos criamos. Y los muchachos que trabajan acá son familia. Nos conocemos, me vieron nacer, la vieron nacer a ella y es trabajar en casa-
La entrada La herencia de los Hill: Tras el fallecimiento de su padre, un “enamorado de los Hereford”, Sofía y Octavio tomaron las riendas de la cabaña familiar con cuatro generaciones de historia se publicó primero en Bichos de Campo.