La patria olvidada: Los chicos llegaron con las alpargatas embarradas luego de caminar varios kilómetros, pero se las cambiaron por otras limpias para servir el locro del 25 de mayo

Volvemos al escenario que contamos en notas previas: el colega César Tapia nos invitó a su pueblo de Las Toscas convencido de lo que sucede allí cada 25 de mayo hace 24 años es simbólico de una ruralidad que se resigna a desaparecer a pesar de que las diferentes gestiones políticas la ignoren.

En Las Toscas, como debe suceder en muchos otros lugares, la celebración del día patrio, luego del acto en torno del mástil de la bandera ubicado en el centro de la plaza, lo organiza la Escuela Agraria secundara que existe en el lugar, y que reúne bajo una enorme carpa muchas más personas de las que habitan este pueblo. Había locro para 600 personas y allí solo viven 450.

A la escuela agraria llegan chicos de todos lados y también están los de la propia comunidad, que por fortuna tienen un establecimiento que impide que tengan que salir de Las Toscas todos los días para estudiar la secundaria en otro lado. Por eso la escuela tiene un valor enorme, para los que permanecen y también para los que llegan. Son los hijos de los empleados rurales de las estancias o campos grandes que existen todavía en el partido de Lincoln, en el noroeste de la Provincia de Buenos Aires.

La Patria olvidada: El gran secreto del locro que elabora Juan Antonio Mulhall en Las Toscas es que el choclo lo cosecharon en marzo los chicos de la Escuela Agraria

Son 22 los chicos, porque no hay más lugar, los que viven de lunes a viernes el edificio de la vieja estación ferroviaria de Las Toscas. El tren, como en muchos pueblos, dejó de pasar en los años 90. Los chicos armaron una cancha de futbol en el espacio que queda entre ambos andenes. En la vieja casona de paredes gruesas hay ahora dos cuartos repletos de literas, una cocina y comedor muy acogedor. Un poco más allá hay otras construcciones y muchos espacios donde los chicos estudian algunas materias prácticas: hay una generosa huerta, un invernadero, un gallinero, una sala de faena y elaboración.

Jeremías y Emilio viven allí todos los días de la semana, como internados, alejados de su familia. Pero como ese 25 de mayo cayó domingo, tuvieron que volver a la escuela desde sus hogares, campos adentro. Ambos son alumnos de 5° año y son amigos. Tenían que venir sí o sí. Fueron ellos los que en marzo pasado cosecharon los choclos que unos pocos metros más allá utilizan los adultos como base del locro multitudinario. Y son ellos los que harán las veces de mozos, sirviendo los platos para 600 personas.

Bichos de Campo se los encuentra y los chicos tienen las alpargatas llenas de barro. Es entendible porque los caminos de toda esta zona están semi inundados desde que cayeron las primeras lluvias en marzo pasado. Y ellos vinieron caminando desde sus casas, muchos kilómetros campo dentro. A veces por el camino, a veces cortando campo. El colegio no tiene transporte propio, desde hace rato que pide una combi sin respuesta, y además es feriado. “Hoy no pasaba nadie”, explican.

-¿Y por que no llamaron a nadie para que los tarjera?- pregunta César, conocedor de que aquí lo habitual es pedir ayuda a algún vecino o conocido del pueblo.

-Es que tampoco teníamos señal de celular- se ríen ellos, que de todos modos la pasaron lindo en la caminata, llegaron a tiempo y deben haber compartido secretos entre amigos. Finalmente uno se acostumbra a la desidia: la normaliza y deja de percibirla.

Los chicos de la Escuela Agraria 2 de Lincoln no se hacen drama. Todo lo contrario, a la hora de mostrarnos el lugar que habitan toda la semana, lo hacen entre sonrisas y palabras de agradecimiento. Jeremías habla de la convivencia durante los días de semana. Emilio nos muestra las instalaciones donde hacen las actividades prácticas. Ambos están ansiosos por pasar a sexto e iniciar le ciclo superior (la  escuela tiene siete años), que es cuando comienzan a salir más decididamente a campos de productores vecinos a realizar prácticas con animales mayores y maquinaria.

Sin hacerse ningún drama ni enterados de que aquí finalmente se discute sobre “la patria olvidada”, del interior productivo que necesita urgente de políticas públicas que lo hagan más vivible, los chicos se cambian rápidamente las alpargatas embarradas por otras impolutamente blancas. Primero van al acto en la plaza y luego marchan prestos hacia la gran carpa donde oficiarán de mozos del locro patrio para 600 personas.

La patria olvidada: El periodista César Tapia nos invitó a su pueblo, en “El Impenetrable bonaerense”, para celebrar el 25 de Mayo en la escuela agraria

 

La entrada La patria olvidada: Los chicos llegaron con las alpargatas embarradas luego de caminar varios kilómetros, pero se las cambiaron por otras limpias para servir el locro del 25 de mayo se publicó primero en Bichos de Campo.

La patria olvidada: Los chicos llegaron con las alpargatas embarradas luego de caminar varios kilómetros, pero se las cambiaron por otras limpias para servir el locro del 25 de mayo
Deslizar arriba
Abrir chat
Chatea con nosotros
Hola 👋