Los apicultores tucumanos demuestran que la Indicación Geográfica no es sólo un sello más: Su miel de azahar de limón les reditúa 25% más que antes

Cada vez que se le otorga el sello de Indicación Geográfica (IG) o Denominación de Origen (DO) a algún producto regional, es motivo de festejo. Y no sólo porque se premia el trabajo serio y se reconoce la actividad, sino porque también se traduce en agregado de valor.

En el caso de la miel de azahar de limón de Tucumán, que obtuvo el sello de IG hace ya 2 años, la cifra es arrolladora: Los apicultores que forman parta de esa asociación afirman que están ganado un 25% más desde que ese producto fue reconocido. Fue la primera miel de Argentina y el primer alimento del noroeste en lograr esa distinción. El diario del lunes demuestra que los esfuerzos no fueron en vano.

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La miel de azahar de limón es de tipo monofloral y muy común en Tucumán, no casualmente la provincia más productora de ese cítrico a nivel nacional. Es un producto de color claro, aroma floral, cremoso y hasta un poco ácido, que ha mejorado su competitividad y rentabilidad desde que fue reconocido en 2023.

En ese proceso, fue clave el rol de los productores, pero también de instituciones locales y organismos como el INTA, que le dieron un marco organizativo a esa economía regional y supieron capitalizar su diferencial.

“Buscamos proteger la calidad de la miel, potenciar y difundir los beneficios de este producto en particular y promover su consumo. Todo ello, en beneficio de los apicultores familiares de la provincia”, afirmó Alejandro Álvarez, investigador del INTA Famaillá, una estación experimental tucumana que trabaja hace 15 años en ello.

Lo cierto es que, más allá de su nombre, el sello de Indicación Geográfica no sólo señala el origen de un producto, sino determinados caracteres fisicoquímicos, sensoriales y biológicos. Detrás de eso hay conocimientos, prácticas y técnicas que son finalmente reconocidos con un mayor valor agregado. Hoy, la miel de azahar de limón tucumana es un cuarto más rentable que hace varios años atrás, de acuerdo a los registros del INTA.

Sin embargo, no fue sólo la resolución de la Secretaría de Agricultura la que, de forma automática, elevó los ingresos de los apicultores. De hecho, una vez obtenida esa distinción, fue muy necesario reforzar las capacitaciones e insistir sobre las prácticas de manejo para asegurarse que el producto tuviera la calidad deseada y accediera a mercados más rentables.

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En ese proceso, que aún se lleva a cabo, juega un rol clave la articulación público-privada y la insistencia sobre pautas claras de cosecha, extracción y fraccionado de la miel, que aseguren la inocuidad y calidad.

Incluso, la distinción de IG reclama seguir un determinado protocolo de trabajo, del cual son veedores la Dirección de Ganadería y Alimentos de la Provincia de Tucumán, la Facultad de Agronomía, Zootecnia y Veterinaria de la Universidad Nacional de Tucumán y el INTA Famaillá. Las instituciones realizan auditorías a campo y análisis en laboratorio para asegurarse que la miel de azahar de limón mantenga su calidad y, además, demostrar que cuenta con propiedades que la hacen muy saludable.

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