La única manera de terminar con situaciones de hostigamiento es tomar clases de boxeo y –cuando se hayan adquirido las habilidades necesarias– proceder en consecuencia. Pedir clemencia es poco aconsejable y, por general, contraproducente.
En los últimos años la competitividad del negocio agrícola se viene erosionando a nivel global, no sólo por cuestiones económicas y comerciales, sino también regulatorias.
En la mayor parte de las naciones agroindustriales del mundo, los gobiernos hacen lo posible por intentar ayudar a los productores agropecuarios porque son la “máquina” generadora de divisas renovables y, además, proveen de recursos a innumerables industrias y servicios multiplicadores de empleo y valor agregado.
Sólo existen tres excepciones a esa regla general. Rusia y Ucrania, dos naciones gobernadas por personas que vivieron y se educaron en un régimen comunista y que además están en guerra. Y la Argentina, un país cuyo Estado lleva adelante una silenciosa pero efectiva contienda bélica contra el sector privado.
Luego de un ataque frontal masivo emprendido en 2008, el Estado argentino descubrió –para su sorpresa– que había focos de resistencia con capacidad operativa en el ámbito agropecuario. Rápido de reflejos, cambió la estrategia para pasar a llevar a cabo una “guerra de baja intensidad”, la cual permitió poner a la “rana” en una cacerola con agua tibia para ir cocinándola de a poquito.
Esa “cocción” fue neutralizando las capacidades de defensa existentes en el agro para transformarlas, finalmente, en una suerte de vasallaje moderno, que se expresa de diferentes maneras, como es el caso del proyecto elaborado por la Fundación FADA para intentar recuperar de “manera gradual” las extracciones realizadas en concepto de derechos de exportación.
En concreto, el plan contempla recuperar parte de la extracción por retenciones con un título, denominado “Bopreal del campo”, que permitiría abonar impuestos nacionales con un cronograma que tiene un horizonte hasta el 2033 (lo colonización humana de Urano en términos vitales argentinos).
El término “Bopreal” técnicamente es incorrecto, porque ese título se creó para reconocer la “deuda” de divisas que importadores arrastraban de la gestión de Sergio Massa y que en su mayor parte correspondía a dólares con “precio cuidado”. Aquí estamos hablando de un despojo de capital, porque de eso se tratan los derechos de exportación.
Como táctica de negociación, es un espanto, pues hasta el menos espabilado sabe que resulta indispensable subir la vara al momento de sentarse a conversar para luego ir cediendo posiciones. Si las conversaciones arrancan con el “Bopreal del campo” y del otro lado tienen a una persona que hizo fortuna mirando pantallas de la plataforma de Bloomberg durante gran parte de su vida, entonces es muy probable que se vuelvan a casa con un “bono contribución” para comprar una tonelada de urea antes de Navidad.
Parece que se olvidan que los derechos de exportación de los cereales se encuentran en un 12% del valor FOB gracias al hecho de que el presidente Mauricio Macri los eliminó ni bien asumió a fines de 2015. Sin ese antecedente, en la actualidad serían seguramente mayores al 20%; quizás hasta del 25%.
Además, por las características ideológicas y políticas del gobierno de Javier Milei, el pedido que debe hacerse es la equiparación inmediata de las condiciones de competitividad argentinas con las presentes en el resto del vecindario regional, donde ni Brasil, ni Paraguay, ni Uruguay ni Chile ¡ni Bolivia! aplican retenciones al agro.
Desde este medio nos cansamos de publicar las estadísticas públicas que hacen referencia a la capacidad de generación de divisas del agro para evidenciar que ningún otro sector lo puede suplantar en ese sentido. Por lo tanto, en la Argentina es sólo cuestión de tiempo que haya una crisis cambiaria si a la mayor fábrica generadora de ese recurso esencial se le vive poniendo obstáculos (con el agravante de subsidiar a sectores que son consumidores bulímicos e ineficientes de dólares).
La “rana”, que en 2008 saltó cuando se la quiso poner en una cacerola con agua hirviendo, ahora, a fuego lento, se encuentra bien cocinadita. Y pide que le devuelvan parte de lo robado con títulos emitidos por uno de los Estados menos confiables del planeta Tierra. Buena suerte.
La entrada Parece joda: Están buscando recibir “Bopreal del campo” para intentar recuperar parte del despojo de las retenciones se publicó primero en Bichos de Campo.