Argentina ocupa el 3° puesto en el ranking mundial de producción de miel, con cerca de 2,5 millones de colmenas activas en el país, principalmente concentradas en las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba.
Cada colmena produce en promedio 30 kilogramos de miel al año, abasteciendo no solo al mercado local, sino también a países como Estados Unidos, Alemania y Japón, los principales compradores de este “oro dulce” argentino.
Basado en este escenario de excelencia apícola, Miel Kinturray, un emprendimiento familiar de Mar del Plata, Buenos Aires, se destacó al ganar dos veces consecutivas el concurso “Experiencias del Sabor” en las últimas dos ediciones de la exposición Caminos y Sabores.
Su fundadora, María de los Ángeles Gallo, compartió su inspiradora historia detrás de una miel que logró conquistar muchos paladares y sigue innovando en la búsqueda de conquistar nuevos mercados.
“Kinturray nació en 2012 como un proyecto familiar, aunque nuestras raíces apícolas se remontan al 2001, cuando comenzamos con apenas cinco colmenas”, sostuvo la entrevistada.
Maximiliano, el otro fundador, trabajó para muchos apicultores de la ciudad, lo que le dio experiencia en el manejo de colmenas.
“Esto, sumado a una fuerte caída en el precio de la miel a granel, fue lo que empujó a iniciar el proyecto de sacar una marca y comenzar a fraccionar nuestra miel. Queríamos acercarlo al consumidor con una identidad propia”, expresó María de los Ángeles.
LA MIEL Y EL SIGNIFICADO DE KINTURRAY
El nombre del emprendimiento tiene una conexión profunda con la naturaleza. “Kinturray es un vocablo aborigen que significa ‘la que busca hallar el néctar y la esencia de la flor’. Representa nuestra filosofía de amor y respeto por las abejas y su increíble labor para la biodiversidad”, comenta la inspiradora fundadora.
El emprendimiento apícola es un trabajo que involucra a toda la familia. “Maximiliano, mis hijos y yo formamos un equipo. Aunque el día a día es demandante, siempre encontramos la manera de combinar el trabajo con la familia”, compartió Gallo, con orgullo por la unión familiar.
Según declaró, sus abejas polinizan cardos, tréboles, alfalfas y flores silvestres, lo que da lugar a una miel de color ámbar claro y gusto suave, ideal para infusiones y desayunos.
“El manejo que realizamos en nuestras colmenas está basado en el respeto por las abejas, por el gran trabajo que ellas realizan polinizando flores que luego se convertirán en frutos”, advierte.
María de los Angeles agregó que las abejas son fundamentales en su vida. “Sin ellas, alrededor del 80% de los alimentos dejarían de existir. Es por eso que, más allá de la producción de miel que obtengamos, la energía que nos mueve es la gratitud y el respeto, y creemos que eso se nota”, expresó.
INNOVACIÓN Y SABORES ÚNICOS
Entre los productos más populares, se destaca la miel cremosa, obtenida mediante un cuidadoso batido una vez que la miel se cristaliza. Además, los clientes adoran sus combinaciones con cacao e higos negros.
Estas propuestas originales, junto con su calidad inigualable, llevaron a Kinturray a ganar dos años consecutivos en Caminos y Sabores como mejor miel.
Aunque todavía no han exportado, el objetivo de Kinturray es llevar su miel fraccionada al mercado internacional, con denominación de origen argentina.
“Queremos que nuestra miel sea reconocida por su calidad y autenticidad, porque eso es lo que merece”, asegura la mujer emprendedora.
Kinturray es una muestra de cómo el campo, con su riqueza y diversidad, transforma vidas y conecta a las personas con la naturaleza. Este emprendimiento familiar marplatense no solo endulza los paladares con cada frasco, sino que también celebra el papel esencial de las abejas en los ecosistemas y recuerda la importancia de valorar todo lo que la tierra nos brinda.