Transcurrido el entusiasmo inicial por lo que, en principio, fue una forma novedosa de producir alimentos en casa, lo cierto es que la hidroponia ha abierto un abanico de posibilidades para la explotación comercial a gran escala. Y no sólo de la mano de los emprendedores ajenos al sector agropecuario que querían probar algo nuevo, sino incluso de productores tradicionales que empiezan a volcarse al cultivo en agua.
Ese crecimiento en la actividad ha también alimentado al circuito que lo provee. Uno de los casos paradigmáticos es el de Verdeagua, una empresa fundada hace 7 años que se convirtió en la primera de Argentina en fabricar los perfiles donde van colocadas las plantas, y que originalmente se debían importar de Brasil u otros países.
De hecho, fueron testigos de ese “boom” en la hidroponia, que los obligó a reconfigurar su negocio. Sebastián Padín, el fundador, recuerda que en principio la idea era proveer a esos pequeños emprendimientos para cosechar verdura verde en casa, pero tuvieron que escalar rápidamente cuando descubrieron que ahí había mucho potencial.
En su fábrica de Villa Adelina, en la zona norte del Gran Buenos Aires, se dedican producir los compartimentos por donde corre el agua, los nutrientes y el oxígeno, que son similares a un sistema de caños y tienen huecos específicos para colocar las plantas.
Particularmente, se dedican a los perfiles de tipo NFT, que, explicó Padín, “es la técnica que más se utiliza en Argentina para desarrollos comerciales”. No sólo los distribuyen a todo el país, sino que el año pasado empezaron a exportarlos a Latinoamérica.
Aunque parezca un sistema sencillo, el de los perfiles también tiene sus secretos. Uno de ellos es el material, porque cuentan con una capa interna de polipropileno -apta para uso alimenticio- y otra externa con protector UV. Además, necesitan de una forma e inclinación específica para que el agua se deslice de manera más eficiente y sin desperdicios.
“Fue un desarrollo largo, no surgió de un día para el otro”, afirmó el agrónomo y empresario, que confía en que todavía tienen mucho para crecer a nivel empresarial.
De hecho, el crecimiento que ha mostrado la actividad el último tiempo invita a pensar en una suerte de “hidroponia de segunda generación”, en la que no sólo se trabaje sobre los aspectos técnicos básicos, sino sobre la incorporación de más elementos al paquete que se le ofrece al productor, como servicios, asesoramiento y más tecnología.
Mirá la entrevista completa con Sebastián Padín:
En la búsqueda de mayor eficiencia productiva, ya existen desarrollos muy curiosos. Además de fabricar sus perfiles, Verdeagua vende otras tecnologías, entre ellas una máquina de origen japonés, que se produce en Chile y sirve para oxigenar el agua con nano burbujas, imperceptibles al ojo humano pero muy beneficiosas para la planta.
“Empresas grandes de Argentina, que tienen millones de litros de agua con necesidad de oxigenar, ya están usando esta tecnología”, explicó Sebastián, que ve en eso un indicio importante del cambio de escala en la hidroponia.
“Esto no termina nunca, ni con los perfiles ni con las nano brujas. Hay una búsqueda constante de mayor eficiencia”, destacó.
Por eso es que la mayor apertura hacia las importaciones que hubo el último tiempo no preocupa demasiado a esta empresa, que incluso necesita complementar su portfolio de productos con tecnologías de afuera.
Particularmente respecto a sus perfiles, el agrónomo aseguró que “la competencia suma y ayuda a crecer”. Y agregó: “Nosotros no sólo competimos en precio, sino también en calidad, y estamos contentos con el desarrollo que hicimos acá en Argentina”.
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