Siguen las registraciones de embarques de harina de trigo para intentar zafar del aumento de retenciones que liquidará el negocio exportador

La industria molinera sigue registrando exportaciones de grandes volúmenes de harina de trigo con el propósito de evitar la imposición –que está siendo tratada en el Congreso– de un aumento de derechos de exportación que la dejaría fuera del negocio.

Hasta el momento se registraron Declaraciones Juradas de Ventas Externas (DJVE) de harina de trigo del ciclo comercial 2023/24 por 161.562 toneladas, una cifra que representa más del 20% de las DJVE de trigo pan anotadas para esa misma campaña.

La legislación argentina permite “congelar” tanto el valor FOB como la alícuota del derecho de exportación al momento de registrar la operación más allá de que el envío al exterior se produzca varios meses después.

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Eso implica que lo registrado hasta el momento abonó o abonará un 7% de retenciones, mientras que el proyecto oficialista que se está tratando en el Congreso propone establecer un 15% tanto para el grano como para la harina de trigo.

“Para la industria molinera y de panificados argentina el incremento de los aranceles a la exportación podría implicar el golpe de gracia final a un sector que ha venido mostrando un menor dinamismo exportador”, señala un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).

Desde 2018 cada vez menos empresas anotan ventas de exportación y el volumen exportado se viene comprimiendo a la baja. “Esto se debe a diversos factores que puede incluir cuestiones de mercado, pero también la falta de políticas que favorezcan e incentiven el agregado de valor y la agenda comercial externa para que la agroindustria exporte año tras año productos con mayores encadenamientos productivos”, apunta la BCR.

El mercado importador de la harina de trigo argentina se encuentra concentrado en dos países vecinos: Brasil (fundamentalmente) y Bolivia, mientras que una porción minoritaria se destina a Chile.

“El consumo interno de productos derivados de la molienda de trigo es estable con los años (6,0 millones de toneladas en promedio), mientras que la industria molinera está lejos de alcanzar el uso de sus instalaciones, utilizando entre el 50% y 64% de su capacidad instalada de producción”, recuerda la BCR.

“Es totalmente factible trabajar sobre la oportunidad de incrementar la participación argentina, agregando valor a la cadena triguera, incrementando sus exportaciones y captando nuevos mercados. El aumento de derechos de exportación y la quita del diferencial arancelario entre el grano y los productos derivados de la industrialización eleva la capacidad ociosa de la industria y, dado el contexto de debilidad de los últimos años, también erosiona en el potencial exportador del sector”, concluye.

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