Para los expertos del agro, varios de ellos entusiastas de la fertilización, lo que hay por delante son campañas ideales para poner en práctica mucho de lo que pregonan. Mejoró el clima, hay estabilidad en la macro y la baja de tributos a las importaciones abarataron los insumos.
Sin embargo, en esto que parece la “tormenta perfecta” para fertilizar y empezar a devolver de una vez por todas los nutrientes al suelo, hay pararrayos que amenazan con llevarse toda la energía -y el dinero- de los productores. Claramente aparecen como primer escollo las retenciones. Pero otro de ellos, y que ya varios actores del agro han señalado, es el precio de los alquileres de los campos.
A propósito del Simposio Fertilidad 2025, que organiza cada año la asociación civil Fertilizar y concluyó ayer en Rosario, Bichos de Campo dialogó con la directora ejecutiva de la organización, María Fernanda González Sanjuán. Entre las famosas celdas de Excel que hoy deben atender los productores en sus planillas de márgenes agrícolas, muchas de ellas en rojo, la especialista insiste en que hay que preocuparse más por ese costo de arrendamiento que en aplicar fertilizantes, porque ahí se va gran parte de la productividad del agro.
“Este año los agrónomos tenemos que brillar”, asegura la especialista, que considera que las condiciones agronómicas, económicas y políticas soplan a favor de la aplicación de tecnologías. Si se tiene en cuenta que dos terceras partes -o incluso más- de los fertilizantes que se aplican en el país son importados, que se haya destrabado su ingreso y haya mejorado el precio es una gran noticia para el sector.
Mirá la entrevista completa con Fernanda González Sanjuán:
Ahora bien, también es cierto que, cuando es época de “vacas flacas”, lo primero que se corta es la inversión en fertilización. Eso explica por qué el agro acumula décadas de deuda nutricional con el suelo y por qué la brecha no deja de agrandarse. Sanjuán apunta a esa evaluación de costos y pide problematizar el valor de los alquileres antes que la aplicación de tecnologías.
“No tenemos que poner siempre en tela de juicio a las tecnologías que garantizan el rendimiento. Es como pegarse un tiro en los pies”, afirmó la agrónoma. Todo lo contrario: Insiste en que fertilizar es una rueda de auxilio para pagar “el show del alquiler”.
Es una forma de contraatacar al discurso que siempre tiende a encender la motosierra por el lado de las tecnologías, y se suma a una discusión que los productores agitan hace varias campañas.
Asimismo, de cara a este año que parece más ameno para la inversión, sobre todo en materia climática, Sanjuán adelantó que, si los pronósticos resultan, podría haber unas 8 millones de hectáreas de cultivos de fina, entre trigo y cebada. Por extensión, eso significa una muy buena campaña de soja de segunda que, con buena humedad, recibiría muy bien el agregado de nutrientes.
“¿Nos vamos a quedar con un rendimiento de 2.000 o 2500 kilos por hectárea?”, preguntó de forma retórica la especialista.
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