El cambio de escenario de precios ganaderos se anticipó al cambio de previsiones climáticas, dado que la sequía no termina de irse en varias regiones productivas, a pesar de que los pronósticos así lo auguraran.
Se esperaba que la suba de precios se diera a partir de octubre, cuando la combinación de la reducción de oferta y la posibilidad de retener ganado en primavera, diera lugar a una mayor demanda de ganado para la faena.
Pero el faltante parece ser mucho mayor al esperado. Subió primero la hacienda para consumo, luego el ganado para faena, y finalmente el ternero de cría, y todo se vende en torno a los 800 y 1000 pesos por kilo vivo por ahora.
La ganadería de cría recompone sus márgenes: El ternero llegó a los Mil-ei pesos
La cuestión es cómo sigue la película. En su último Informe Ganadero, el analista Ignacio Iriarte señaló: “De acá en más, se abre un panorama de oferta ganadera declinante, inflación creciente, huida de la moneda local, mayor tasa de interés, reposición escasa y cara, y un aumento en la receptividad de los campos, que aumentará el margen de maniobra de criadores -que retendrán- y de compradores pastoriles, que intentarán reponer todo lo que vendan”.
La tendencia al cambio en el régimen de precipitaciones se va haciendo notar, aunque claramente todavía no llovió lo necesario ni fue parejo. Por caso la mayor parte de la provincia de Córdoba, gran productora del maíz con el que se hace el proceso de engorde final de las vacas en los feedlots, no tuvo lluvias importantes y la sequía todavía aprieta por allí.
Iriarte dijo que “una incertidumbre insoportable llevará a refugiarse en el activo hacienda. La recuperación de los precios reales ya ha comenzado; no se dará por el aumento de la demanda, sino por una fuerte restricción de la oferta. Todo lo que se vendió en exceso desde mediados del año pasado, a causa de la seca, faltará de acá en adelante, especialmente en el año próximo. Mejor perspectiva para la ganadería, especialmente para los criadores”, remarcó el analista.
Para el año que viene se estima una reducción en el destete de terneros, algunos dicen de hasta 1,5 millón de animales, lo que significa menos hacienda para el engorde y la faena, si suponemos que el 30% de ese volumen son terneras que se destinan a la reposición de vientres, faltarían un millón de cabezas de ganado para el engorde y eso repercutirá en una menor producción de carne en 2024.
La situación se repetirá en 2025, porque en el servicio de este año habrá entre 500 y 800 mil vientres menos en producción, lo que afectará a la disponibilidad de terneros en 2025.
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