La Secretaría de Agricultura difundió un inusual cálculo sobre el dinero que necesitarán invertir los empresarios agrícolas argentinos para encarar la siembra de la campaña 2023/24, es decir, para volver a surgir de las cenizas luego de un ciclo agrícola donde la gran mayoría perdió capital por el daño que provocó un desastre climático histórico que redujo a la mitad la producción esperada. La cifra estimada ronda los 24.000 millones de dólares.
“Un informe elaborado por la Subsecretaría de Agricultura destacó que la estimación de inversiones en capital de trabajo de cara a la campaña agrícola 2023/24 para los principales cultivos alcanza los 24.230 millones de dólares totales y una superficie de 38.973.000 hectáreas”, se definió. El propio secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, elogió ese número en sus redes sociales. De hecho esos más de 24.000 millones de dólares es ocho veces más dinero que el gobierno necesita para pagar los vencimientos urgentes al Fondo Monetario (FMI).
Pero Bahillo fue más allá y habló de hasta 40.000 millones de dólares, diez veces la plata necesaria para cancelar el pasivo urgente con el FMI. Y aclaró que los 24.230 millones corresponden sólo a capital de trabajo, añadiendo 10.300 millones de dólares en gastos de comercialización y cosecha, además de 6000 millones para mantener la estructura de producción.
La inversión total para la campaña agrícola 2023/24 superará los USD 40.000 millones.
Solo en capital de trabajo se invertirán USD 24.230 millones.#CreoEnArgentina
— Juan José Bahillo (@JuanjoBahillo) July 15, 2023
Pero es muy interesante detenerse en el cálculo del capital de trabajo que los productores arriesgarán en producir granos, porque por primera vez el gobierno introduce entre los costos en análisis al alto peso que tienen los arrendamientos agrícolas, los que calcula en 43,1% del total. Eso equivale a 10.300 millones de dólares que los productores que alquilan campos pagarán a los dueños de los predios agrícolas. La mayor parte de esos contratos se realizan por un año y se pagan en cuotas a partir de un valor definido en un equivalente de quintales de soja por hectárea.
“Del total de la inversión en capital de trabajo proyectada, el 43,1 % corresponde a alquileres; el 15,8% a fitosanitarios; el 13% a fertilizantes; 13,7% a semillas; el 14,2% para labores y el 0,3% corresponde a riego”, precisó el informe de la Secretaría de Agricultura.
Por cultivos, Agricultura calculó que las principales inversiones de capital de trabajo las encabeza la soja (de primera y segunda), con más de 9223 millones de dólares; seguido por el cultivo de maíz con 7800 millones y el trigo con más 2800 millones.
Con relación a la superficie sembrada, 7,7 millones de hectáreas corresponden a la campaña fina (trigo y cebada); 29,5 M/ha a la gruesa (maíz, soja, girasol y sorgo) y 1,7 M/ha a arroz, maní, algodón y legumbres.
El informe señala que el 70% del total de la superficie sembrada está en manos de terceros y que si se agregan los gastos de comercialización y cosecha (10.300 millones de dólares), además de lo necesario para mantener la estructura de producción (6000 millones de dólares), la suma final asciende a 40.500 millones, que es el costo final de producción y comercialización de una cosecha total de granos en la Argentina.
Lo curioso de este informe es que el equipo de Bahillo no dice nada de cómo se financia este enorme gasto de capital de trabajo. Y muchos menos -casi culposo- reconoce que la mayor parta de esa enorme masa de dinero es o capital propio del sector o financiamiento comercial de las empresas.
Al respecto, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó que en la campaña agrícola 2022/23 (es decir la que pasó y se malogró por la sequía) los productores habrían realizado inversiones directas por 16,4 mil millones de dólares, el importe más alto de, al menos en los últimos siete años. Dicho monto surge de considerar los gastos de insumos, siembra y pulverización para la soja, el maíz, el trigo, el sorgo, la cebada y el girasol. Es decir, en este cálculo no se incluyen los casi 10.000 millones de dólares invertidos por los productores en alquiler de los campos.
“En el sector agrícola el financiamiento resulta fundamental, ya que las erogaciones deben realizarse muchos meses antes de poder percibir ingresos por la venta de los granos. Cada año, los productores ponen mucho en juego al realizar millonarias inversiones sin tener certeza posible sobre el devenir de las variables climáticas, socioeconómicas, geopolíticas, entre otras cuestiones que influirán más tarde en su posibilidad de concretar negocios”, explicó la BCR, que publicó un completo gráfico sobre la estimación de las vías de financiamiento que tienen los chacareros argentinos. Los créditos oficiales de los bancos ocupan una pequeña fracción.
Esto dice el informe de la Bolsa de Comercio de Rosario:
Capital propio: En primer lugar, en base a consultas realizadas a distintos agentes del sector, se estima que el financiamiento de la inversión con capital propio habría rondado el 30% del total, siendo esta una proporción que ha sabido mantenerse relativamente constante a lo largo de los últimos años. De este modo, en la campaña 2022/23, los productores habrían realizado un desembolso de 4.937 millones de dólares para invertir en semillas, fertilizantes, agroquímicos, pulverizaciones, entre otros costos propios de la siembra.
Financiamiento de terceros: Para el 70% restante de la inversión, que da cuenta de 11.519 millones de dólares se habría buscado financiamiento mediante terceros, a saber: entidades bancarias, el Mercado Argentino de Valores (MAV), mutuales, corredores, acopios, cooperativas, proveedores de insumos y traders.
Bancos. El 21% del financiamiento total, es decir, 2470 millones de dólares, se habría realizado a través de créditos bancarios, mediante de los siguientes instrumentos:
Tarjeta agro: se estiman que este tipo de productos de crédito tiene una participación del 33% sobre el total de los préstamos bancarios, es decir, aproximadamente 815 millones de dólares. Estas tarjetas de crédito están diseñadas teniendo en cuenta las características de la producción agrícola, permitiendo a productores comprar insumos y maquinarias al momento de la siembra y pagarlos a cosecha, con vencimientos que se adaptan en muchos casos a las particularidades del ciclo productivo de cada cliente.
Forwards cedidos: aproximadamente 9% del total del financiamiento bancario, alcanzando los 222 millones de dólares. Esta modalidad permite el financiamiento tanto en pesos como dólares, ya que los contratos forward que los productores celebran con exportadores o industrias suelen estar valuados en esta moneda. De este modo, la entidad bancaria adelanta fondos a los productores por forwards cuya mercadería todavía no fue entregada al exportador o fábrica, aplicando una tasa de descuento. El Banco recupera el capital y los intereses del préstamo cuando el exportador/fábrica recibe los granos que le envía el productor y paga el monto total de la operación de compraventa.
Descuento de valores: también dan cuenta del 9% del financiamiento bancario, equivalente a 222 millones de dólares. El principal valor que se descuenta son cheques de pago diferido.
Otras líneas: el 49% del financiamiento bancario se realizó con otras líneas. Aquí se encuentran los créditos de corto y de largo plazo, tanto en pesos como en dólares, cuentas corrientes, prendarios e hipotecarios, entre otros. En líneas generales, dado el contexto inflacionario, en la 2022/23 los productores habrían recurrido más a los créditos en pesos que en dólares.
Mercado Argentino de Valores: El 6% del financiamiento de terceros se canalizó a través del MAV, el cual se especializa en productos no estandarizados. Los 708 millones de dólares financiados por este medio se distribuyeron de la siguiente manera:
Cheques de pago diferido (Avalado, Garantizado y No Garantizado): la negociación de estos instrumentos representó el 60% de lo operado en el MAV, totalizando 427 millones.
Facturas de crédito electrónicas: implicó un financiamiento neto cercano a un millón, representando el 0,1% de lo otorgado por esta entidad.
Pagaré (Avalado y No Garantizado): representó el 40% del total financiado en el MAV, resultando en un monto de 280 millones de dólares.
Crédito comercial: Al igual que en otras campañas, la mayor parte del financiamiento del sector agrícola ha provenido de los créditos comerciales, es decir, aquellos que otorgan a los productores corredores, acopios, cooperativas, proveedores de insumos, traders y mutuales. Este tipo de financiamiento habría representado el 72% del total de los créditos que terceros le asignaron a los productores, equivalente a 8341 millones de dólares, superando de este modo a los flujos provenientes de los bancos comerciales, el mercado de capitales y los aportes propios de los productores. La distribución se dio de la siguiente manera:
Alrededor del 5% del crédito de terceros se habría realizado a través de mutuales, a través de distintos instrumentos tales como negociación de cheques, préstamos con hipotecas, entre otros.
El 0,4% se habría financiado mediante préstamos obtenidos en el circuito comercial con una garantía avalada por una Sociedad de Garantía Recíproca (SGR), totalizando 37 millones. En este apartado se excluyen los préstamos avalados por SGR que se canalizaron a través de los bancos o del MAV, para evitar la doble contabilización de los mismos.
El 55% del financiamiento de terceros, es decir, 4588 millones de dólares, habría sido realizado con corredores, acopios y cooperativas. Predominan las cuentas corrientes en dólares y el pago en especie, es decir, el canje de insumos por granos ,aunque también se otorgan préstamos contra la cesión forwards, pagarés o cheques de pago diferido.
El 40% restante del financiamiento de terceros se realizó con proveedores de insumos y traders.
La entrada El gobierno estimó que los productores invertirán 24.000 millones de dólares en la próxima cosecha, pero no dice de dónde viene la plata: Por suerte, un informe privado lo aclara se publicó primero en Bichos de Campo.