¿Es factible cuantificar el impacto económico de la biodiversidad en los sistemas agrícolas? La pregunta –tan general y amplia– no es sencilla de responder. Sin embargo, gracias al análisis de una base de datos gigantesca ahora es posible comenzar a develar algunas cuestiones relativas a esa materia aparentemente inasible.
Se trata de DAT CREA, una base de datos que permite monitorear con gran precisión y rapidez la evolución de indicadores clave de empresas agropecuarias que integran la red CREA, pero que también resulta un insumo clave para investigaciones científicas.
En ese marco, CREA realizó acuerdos con entidades académicas y científicas con el propósito de promover la generación de información útil producida con datos locales provenientes de una fuente robusta, como es el caso de DAT CREA, gracias a la enorme y diversa cantidad de registros que contiene.
Esta semana, durante la reunión de la Mesa de Planes Nacionales de CREA, realizada en la sede porteña de la entidad y coordinada por Emilio Satorre, se hizo un repaso de las diferentes investigaciones emprendidas por integrantes del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Río Negro (IRNAD-CONICET).
Lucas A. Garibaldi de IRNAD-CONICET mostró que una de las investigaciones realizadas con registros de DAT CREA detectó una correlación importante entre el rendimiento de girasol y la densidad de borde (perímetro del ecotono en relación con la superficie del lote), posiblemente asociada a servicios ecosistémicos provistos al cultivo por insectos polinizadores.
Otra investigación, en la que se emplearon variables ambientales y de gestión agronómica de 2846 lotes de soja y de 1539 de maíz provenientes de la plataforma DAT CREA, evidenció que el diseño del paisaje podría ser una herramienta de gestión complementaria para lograr un control sostenible de malezas problemáticas.
En cada lote en particular se consideró la presencia de malezas que ocasionaron dificultad de control con herbicidas, junto con el diseño del paisaje, a través de las siguientes variables: tamaño del lote, densidad de borde y extensión del hábitat natural circundante. También se contempló la variable agronómica de la fertilización nitrogenada y fosforada.
La base de datos analizada cuenta con un 22% de los 1539 lotes de maíz y un 20% de los 2846 de soja con presencia de malezas problemáticas, lo que representa una proporción adecuada, en términos estadísticos, para poder llevar adelante el estudio.
“El estudio detectó que los lotes más pequeños con hábitats naturales vecinos más grandes se asociaron con una menor presencia de malezas resistentes a los herbicidas en una proporción tres veces menor”, remarcó Garibaldi en un artículo publicado por Contenidos CREA.
Para realizar las determinaciones se emplearon dos modelos de evaluación. El primero incluyó el tamaño del lote, la densidad de los bordes y el tamaño del hábitat natural lindante para analizar interacciones entre esas tres variables. El segundo modelo contempló las interacciones del primero, pero incluyendo además datos de fertilizantes nitrogenadas y fosforadas, dado que los mismos son variables que aportan mucha información correlacionada sobre el diseño agronómico y el potencial productivo del ambiente.
La contrastación de los resultados arrojados por ambos modelos fue clave para determinar que la correlación inicial obtenida (menor presencia de malezas en lotes más pequeños rodeados de ecosistemas naturales o biodiversos) no cuenta con un sesgo asociado a variables de manejo agronómico.
Entre las hipótesis que explicarían los resultados obtenidos se incluye la posibilidad de que los lotes más pequeños, que son vecinos de grandes hábitats naturales y seminaturales, pueden actuar como “barreras” para la propagación de individuos con rasgos propensos a generar tolerancia a herbicidas. Es decir: si se enfrentan a paisajes más diversos, las malezas deben encarar desafíos de adaptación más complejos y, por lo tanto, los mecanismos de selección estarían orientados a diferentes objetivos alternativos.
“La vinculación entre CREA y el ámbito científico es clave porque permite generar conocimiento, validado por revisión de pares, que resulta esencial para comprender y mejorar muchos de los procesos que intervienen en la producción agropecuaria”, afirmó Satorre.
En la actualidad se están llevando a cabo más investigaciones en base a los registros de DAT CREA, entre las cuales, por ejemplo, se incluyen el efecto de la configuración del paisaje en la presión de plagas y la regulación de eventos climáticos extremos.
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